Calentamiento global, cambio climático y contaminación son conceptos que pululan en los medios, investigaciones y política desde hace un par de décadas y cada vez con mayor gravedad. Tanto así, que poco a poco se ha transformado en una constante escuchar que cada año tenemos “la peor sequía de la historia”. Desde que Charles Kelling nos mostró en 1958 que el planeta no estaba absorbiendo todos los gases que producimos, pasaron 20 años hasta la primera Conferencia Mundial sobre Cambio Climático (Ginebra, 1979). Entonces, el cambio climático dejó de ser algo esotérico y empezó a ser escrito en negritas. Diez años más tarde, en 1988, se crea el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), al alero de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. A la fecha, el IPCC ha publicado seis informes completos sobre cambio climático (sin contar otros tantos sobre algún tema específico). Todos estos informes están realizados por cientos de expertos de todo el mundo, y son revisados por otros cientos más. Cada reporte consta de tres partes, y este año se publicó la primera parte del sexto informe “AR6 Climate Change 2021: The Physical Science Basis”. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, lo resume muy bien: “es un código rojo para la humanidad”. Así de simple: la temperatura del globo continuará en ascenso hasta aproximadamente 2050, bajo todos los escenarios considerados, y superaría los 2°C, a menos que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Respecto a los sectores que más CO2 y otros gases de efecto invernadero aportan, el informe del IPCC indica que la combustión de combustibles fósiles para energía, industria y transporte terrestre son los grandes responsables, sumando en conjunto más del 70% del total de las emisiones. Otros macrosectores (descontando las emisiones por energía en cada uno, ya que se incluyen en el punto anterior) corresponden a la agricultura, silvicultura y uso de suelo (18%), industria (5,2%) y desechos (3,2%). En Chile las proporciones son similares, y muestra que a nivel país el sector energía es también el de mayor relevancia con un 77% de las emisiones totales, donde las emisiones de CO2 en industrias de la energía lideran en aporte, seguido de cerca por el transporte, luego por las emisiones de la industria de manufactura, construcción y minas, y en menor posición, el sector público, residencial y comercial (Comisión Nacional de Energía, 2015).
Volviendo al nivel global y centrándonos en el área de transporte, la estimación de su contribución varía entre los autores y estudios, fluctuando entre un 20% y 30% del total de estos contaminantes, y presenta una preocupante tendencia al aumento, que se ha visto disminuida debido a las medidas restrictivas y consecuencias de la crisis sanitaria por el COVID-19, pero sin embargo, se espera un rebote durante este año, retornando a los niveles alcanzados en los peaks del 2019 (Global Energy Review IEA, 2021).
Según los datos de la International Energy Agency (IEA) las emisiones globales pertenecientes al área de transporte corresponden a un 24% del total de emisiones de CO2 emitidos por quema de combustible fósil. Debido a lo amplio de esta industria, resulta interesante indagar la composición de este porcentaje. No nos vemos sorprendidos, conociendo la cadena de distribución logística y la accesibilidad a la mayoría de las ciudades del mundo, cuando descubrimos que casi el 75% proviene del transporte caminero (Figura 1).
Las posibilidades de reducir las emisiones de CO2 en el sector transporte no pueden descansar sólo en la irrupción de nuevas tecnologías “eco”. En primer lugar, ha quedado claro que estas tecnologías no sólo no se encuentran al alcance de todos, sino que transforman el cuidado del medio ambiente en un lujo. Si bien los avances en vehículos que utilizan combustibles no fósiles son necesarios, la base del cambio necesario debe ser del tipo conductual (Chapman, 2007). Es necesario que tanto las personas como las empresas muestren un cambio en su comportamiento y cultura, de tal manera de que veamos modificada la partición modal, incentivado por políticas públicas orientadas a la sostenibilidad de los sistemas de transporte. La clave del cambio real en ellos es lograr que todos y todas comprendan los beneficios de evitar modos que utilizan combustibles fósiles, y específicamente para espacios urbanos, los beneficios de bajarse del auto.
Sin embargo, por más pactos internacionales que se firmen, programas de gobiernos repletos de prefijos “eco”, sufijos “verde” y promesas de sostenibilidad, pareciera ser que el progreso y bienestar económico aún son medidos por los kilómetros de autopistas, la cantidad de vehículos que desembarcan en nuestros puertos o la cantidad de aerolíneas “low cost” (que están lejos de ser “low emission”) que conectan nuestras ciudades. Hoy se da una paradoja, ya que la política nacional de transporte del MTT plantea una jerarquía entre los modos, basado en sus externalidades. Este documento sentencia: “El transporte público urbano mayor tendrá prioridad en su habilitación, por sobre los demás modos (…) Es interés prioritario del Estado que estos modos sean preferidos por los ciudadanos debido a sus ventajas en términos del uso del espacio vial, oportunidades de encuentro entre personas, uso de la energía y capacidad de movilización.” Sin embargo, ya que como algunos dicen, para quien tiene un martillo todo son clavos, el MOP mantiene la receta de las autopistas. En redes sociales vemos cómo el ministro celebra los avances de Américo Vespucio Oriente I (AVO I), y sabemos que viene AVO II con un dudoso estudio ambiental (Quijada, 2020), así como también Costanera Central. Estos proyectos suman cerca de 26 km de autopistas urbanas a Santiago, 14 de los cuáles serían subterráneos (9 km de Costanera Central y 5 de AVO II), y más de US$2.900 millones de inversión (Dirección General de Concesiones, 2017). Es una enorme inversión en incremento de infraestructura vial enfocada en el vehículo privado, que no hace más que incentivar el uso de modos poco sustentables.
El objetivo de frenar las emisiones de carbono debe ser transversal. No pueden darse posturas paradójicas frente al cambio climático. Aquí sólo mencionamos algunos anacronismos en la planificación del transporte, pero basta mirar por encima en otras áreas para darse cuenta de que pasa lo mismo (Dominga, Aquatacama, entre otros). La crisis climática ya está instalada, y demanda urgencia en las políticas públicas. De la misma forma en que la pandemia irrumpió en todos los ámbitos de la política, obligó a proponer proyectos y acelerar otros, el escenario ambiental nos debe llevar a cuestionar desde lo macro hasta lo cotidiano. En lo que a transporte respecta, será necesario incentivar los modos más sustentables y propiciar un cambio de comportamiento en la población para favorecer particiones modales que tiendan hacia el uso de modos no motorizados y modos de transporte masivo. La meta es que la necesidad de bajarse del auto sea considerada tan lógica y primordial como es hoy el uso de una mascarilla.
Referencias
AR6 Climate Change 2021: The Physical Science Basis, IPCC, 2021. https://www.ipcc.ch/report/sixth-assessment-report-working-group-i/
Concesión Américo Vespucio Oriente Tramo El Salto – Príncipe de Gales, Dirección General de Concesiones, 2017. http://www.concesiones.cl/proyectos/Paginas/detalle_adjudicacion.aspx?item=47
Concesión Américo Vespucio Oriente Príncipe de Gales – Los Presidentes, Dirección General de Concesiones, 2017. http://www.concesiones.cl/proyectos/Paginas/detalle_adjudicacion.aspx?item=178
Concesión Autopista Costanera Central, Tramo Vespucio–Las Vizcachas, Dirección General de Concesiones, 2017. http://www.concesiones.cl/proyectos/Paginas/detalleExplotacion.aspx?item=247
Expertos debaten sobre el impacto del proyecto de autopista Costanera Central, 2021. https://isci.cl/expertos-debaten-sobre-el-impacto-del-proyecto-de-autopista-costanera-central/
Las Cumbres De Las Naciones Unidas Sobre Cambio Climático, Alejandra de Vengoechea, 2012. https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2020/05/2020-AC6_en.pdf
¿Por qué los ingenieros de transporte evalúan mal las autopistas? Rodrigo Quijada, 2020. https://sochitran.cl/2020/09/28/por-que-los-ingenieros-de-transporte-evaluan-mal-las-autopistas/
Proyección de la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector Energía años 2000‐2025, Comisión nacional de Energía, Gobierno de Chile, 2015. https://www.cne.cl/wp-content/uploads/2015/07/Resumen_Ejecutivo_GEIS.pdf
Transport sector CO2 emissions by mode in the Sustainable Development Scenario, 2000-2030, International Energy Agency, 2019. https://www.iea.org/data-and-statistics/charts/transport-sector-co2-emissions-by-mode-in-the-sustainable-development-scenario-2000-2030
Transport and climate change: a review, Lee Chapman, 2007. https://doi.org/10.1016/j.jtrangeo.2006.11.008
The IPCC and the Sixth Assessment cycle, IPCC, 2020. https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2020/05/2020-AC6_en.pdf