A días del día nacional sin automóvil, una pregunta razonable es qué estamos haciendo en las Instituciones de Educación Superior (IES) para mover el sistema de educación terciario hacia una mayor sustentabilidad, en el ámbito del transporte. Como un botón de muestra de estas acciones, el año 2019 varias instituciones se han comprometido a reducir su huella de carbono en el mediano plazo, en la dimensión ambiental de la sustentabilidad.
Tomando como referencias los ODS, hay que indagar para cada uno de ellos cómo las IES pueden aportar a su logro desde la provisión de una accesibilidad más sustentable, incidiendo sobre la movilidad. Vamos por un listado no exhaustivo de acciones que podrían ayudar en esto.
La promoción de los modos activos: caminata y bicicleta, ayudaría a los objetivos de Salud y Bienestar, Ciudades y Comunidades Sostenibles, Producción y Consumo Responsables, y Acción por el Clima, al menos. En el caso de la caminata, se requiere contar con veredas y áreas de circulación en mejor estado, con adecuada señalización e iluminadas, anchas, con rebaje en las esquinas, mientras que en el caso de la bicicleta y similares, necesitamos redes conexas, estacionamientos seguros y techados, y facilidades para el acicalamiento en el destino. En el caso específico de los estacionamientos, no se trataría de usar las áreas verdes, veredas o interior de dependencias para su provisión, sino reemplazar estacionamientos para automóviles por facilidades para bicicletas.
La adecuada gestión y provisión de estacionamientos para automóviles en los establecimientos, y fuera de ellos, ayudaría a controlar su uso. La mera gratuidad de los espacios es un incentivo perverso, ya que promueve el uso del automóvil en las IES; los montos a cobrar deberían depender del nivel de uso, en tiempo y tipo de vehículo, donde los recursos recaudados deberían orientarse a mejorar la oferta para los modos activos y el equipamiento que permita dar valor a los espacios universitarios.
Además, una asignación de espacios que considere los requerimientos de madres y padres con hijos o hijas menores, y de personas con problemas de desplazamiento o similares, así como la minimización de los estacionamientos nominados, introduciría elementos de equidad. Así también, dar la prioridad en el uso de estacionamientos más demandados al personal que comparte sus vehículos permitiría reducir el flujo vehicular, favoreciendo de paso a los entornos urbanos de los campus. La tecnología nos puede ayudar en la gestión más eficiente de los espacios, focalizando su uso en quienes realmente los necesitan, como se ha señalado antes, y hacen un mejor uso del espacio universitario y vial, que es escaso. Estas acciones aportarían al logro de los siguientes objetivos, además de los enunciados anteriormente: Igualdad de Género y Reducción de Desigualdades.
En relación con la provisión de estacionamientos en los campus, es necesario que la autoridad municipal modifique los instrumentos de planificación territorial (IPT), al alero de lo que la OGUC permite expresamente en su artículo Artículo 2.4.1: “Todo edificio que se construya deberá proyectarse con una dotación mínima de estacionamientos de acuerdo a lo que fije el Instrumento de Planificación Territorial respectivo”. Esto permitiría ajustar los IPT, rebajando el número de estacionamientos en los campus a un mínimo, ambiental y socialmente sustentable. La revisión de algunos IPT aún vigentes muestra que en muchos de ellos sus redactores estaban pensando en campus y ciudades para vehículos y no personas.
Como complemento de lo anterior, se requiere que los reguladores de los sistemas de transporte público mayor y menor adopten las acciones que permitan mejorar el acceso a dichas redes para las comunidades universitarias, mejorando de paso el estándar de los vehículos y la gestión de las flotas. Esto sería la zanahoria que complementa el garrote mencionado en los párrafos previos.
A nivel mundial hay experiencias exitosas de una mejor gestión del espacio universitario en cuanto a la convivencia de los diferentes modos de transporte, y el uso de los espacios públicos. No hay razón para que, en el caso de nuestras IES, no generemos los ajustes necesarios, pasando del discurso a la acción.