Diego Medina de C., estudiante Magíster en Ciencias de la Ingeniería mención Ingeniería Civil, Universidad de Concepción
Pablo Muñoz Grandón, estudiante Ingeniería Civil, Universidad de Concepción
En el actual escenario político nacional estamos en una evidente polarización de dos bandos no dialogantes y sin puntos en común. ¿Somos partícipes de ese debate o simplemente somos meros técnicos de la ejecución de políticas prefabricadas por un eslabón más alto al nuestro? ¿Qué es lo que el mundo del transporte, la logística y la planificación urbana deben tener en cuenta para posicionarse? ¿Debemos posicionarnos siquiera?
Todos los profesionales del transporte alguna vez hemos hecho hincapié en que el conocimiento de la ciudad es multidisciplinar, sobre todo en las áreas sociotécnicas que trabajan con patrones de comportamiento humano. Ahora bien, todas las áreas que se acoplan a una política tienen un piso mínimo común ético-democrático y, para nuestro caso, es la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. No todos los candidatos presidenciales presentes quieren ser partícipes de ésta, por lo que no todos tienen aquel piso ético-democrático.
“Al PNUD le tendremos que decir: bueno, no queremos más operadores políticos suyos, no queremos más convenios de colaboración que lo único que hacen es difundir una ideología que termina destruyendo nuestra identidad nacional”, son las palabras del candidato avalado por la derecha política chilena en una entrevista realizada en un live rescatada en The Clinic (2021).
En términos urbanos y del transporte, la Agenda 2030 representa un camino no radicalizado a cómo hacer ciudad o encaminar al Estado hacia la sostenibilidad. Apunta a lo que desde comienzos de siglo ha empezado a ser una política de Estado. Lo anterior, implica el fin a la pobreza, acabar con el hambre, acceder a salud, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, reducción de la desigualdad, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsable, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas, paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr objetivos.
Los esfuerzos de las instituciones, por sobre la generación de todo tipo de políticas, deben someterse también a una exhaustiva revisión en cómo se afecta a lo ambiental, lo social y obviamente lo económico, en honor a los objetivos anteriormente enunciados. En términos simples podemos decir que la Agenda 2030 promueve la consagración de derechos a lo que hoy en Chile llamamos como bienes de consumo (vivienda y transporte, por ejemplo). Entonces, ¿querríamos estar en contra de esto?, ¿queremos dejar de lado este camino?, ¿podemos incluso darnos el lujo de hacerlo?, ¿podemos ser incluso indiferentes a todo el proceso? La respuesta es un rotundo NO.
En las ciencias socio-ingenieriles los esfuerzos de materializar ideas (proyectos), realizar investigaciones y promover políticas públicas nunca han sido apolíticas. Desde la programación de semáforos, pasando por la permisividad de los automóviles en un centro urbano o el límite urbano de velocidad NO ES APOLÍTICO. Ninguna decisión se sale de esto. La planificación urbana es la manifestación normativa de una política de ordenamiento territorial, y la manera de ordenar a gran escala siempre va de la mano con los objetivos político-económicos del Estado.
La Agenda 2030 es un intento democrático y científico de coordinaciones internacionales (tampoco apolíticas) que defienden el liberalismo económico y la democracia liberal. Dichas consignas varían en el tiempo y en quien las comunica, pero al fin y al cabo es la reflexión de miles de personas que velan por el mantenimiento de esta escasa democracia que poco tiene de liberal, pero que al fin y al cabo no cae en discursos de retrocesos al negar los pisos mínimos de la Agenda 2030.
Si indagamos en términos técnicos, el programa del candidato de la derecha no toma en cuenta las profundas conclusiones a las cuales durante años el urbanismo y el transporte han tratado de promover. No posee una reflexión coherente sobre cómo nos vamos a mover, ni tampoco da prioridades a quienes la ciencia y el rubro han dicho que son el objeto de prioridad.
“Todo lo relacionado con la Agenda 2030, si yo fuera presidente, se suspendería”, aseveró José Antonio Kast en una entrevista dada al canal de Youtube “Cristina Periodista”. ¿Es realmente consecuente con su programa? A pesar de que la Agenda 2030 presenta 17 objetivos a desarrollar, que francamente es desilusionante que no esté de acuerdo con desarrollarlos, este análisis se centrará en algunos ejemplos programáticos que caen en contradicción, y que no queda del todo clara su posición relacionada a las temáticas de transporte.
Por un lado, el punto Nº412 del programa de José Antonio Kast le da un fuerte hincapié al desarrollo de la electromovilidad en Chile, y el Nº400 señala que habrá una creciente electrificación del transporte público de las principales ciudades para bajar la participación de los hidrocarburos. Evidentemente Kast cae en una contradicción frente a estos dos puntos debido a que, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible N°13 y N°7, éstos apuntan a la transición energética y la necesidad de descarbonizar todos los aspectos de nuestra economía.
Por otro lado, el punto Nº402, propone “reponer el límite de velocidad máxima a 60 km/h para una mayor eficiencia energética y menor tiempo de viaje, segregando en forma adecuada y segura a los ciclistas”. Este punto es contradictorio en sí mismo, debido a que existe consenso científico en que la probabilidad de que un peatón o ciclista pueda fallecer por efectos de un siniestro de tránsito se incrementa con la velocidad de colisión del vehículo (Jurewicz et al., 2015). A pesar de esto, pretende segregar de forma adecuada y segura a los ciclistas, cuando en muchas ocasiones la restricción de espacio público en las diversas vías de Chile se vuelve activa, y una segregación adecuada en la práctica no es viable. Es de relevancia mencionar que precisamente el objetivo N°11 de la Agenda 2030, de ciudades y comunidades sostenibles, tiene como meta proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial. Por tanto, esta propuesta cae en sintonía con sus declaraciones y a la vez no.
Finalmente, en lo que concierne a nuestro rubro, el programa de José Antonio Kast presenta contradicciones programáticas frente a sus dichos acerca de la Agenda 2030, y a la vez ignora los pocos avances que los gobiernos en democracia han aplicado. Cabe destacar que nadie del comando del candidato a la presidencia participó en los debates de temas de transporte que desarrolló la SOCHITRAN o el seminario de la Fundación Transurbano en conjunto con la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
Referencias
The Clinic (28/112021). VIDEO. “Yo tenía derecho a tener un padre y una madre”: la delirante teoría de Kast sobre hijos de parejas homosexuales. The Clinic. https://www.theclinic.cl/2021/11/28/video-yo-tenia-derecho-a-tener-un-padre-y-una-madre-la-delirante-teoria-de-kast-sobre-hijos-de-parejas-homosexuales/
Canal CRISTINA PERIODISTA (11/08/2021). Transmisión en vivo de CRISTINA PERIODISTA https://www.youtube.com/watch?v=PYKSIn6yapU&ab_channel=CRISTINAPERIODISTA (Min 38:08)
Jurewicz, et al. (2015). Proposed vehicle impact speed – severe injury probability relationships for selected crash types. Conference: Australasian Road Safety Conference
Secretaría Técnica ODS (s.f.) Chile Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Ministerio de Desarrollo Social http://www.chileagenda2030.gob.cl/