Las brechas de género son aspectos recurrentemente relevados, pero muchas veces no enteramente abordados por la sociedad ni por la institucionalidad en nuestro país. Gisèle Labarthe lleva más de ocho años liderando el Programa de Vialidad y Transporte Urbano (SECTRA) del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, desde donde ha empujado cambios para cerrar estas brechas en el ámbito de la movilidad. Ello le ha valido un reconocimiento como integrante del programa Women In Motion, que agrupa a lideresas urbanas en temas de movilidad y género en América Latina. “La participación de las mujeres en el sector del transporte es una cuestión de justicia democrática y legitimidad”, lanza a modo de declaración de principios.
En un contexto donde avanzamos, aunque quizás muy lentamente todavía, hacia la equidad de género, ¿donde crees que se ven más reflejadas estas brechas en el sector del transporte urbano?
Se ha estudiado y reconocido que el transporte no es neutral al género, ya que hombres y mujeres nos movemos distinto, principalmente debido a los roles que hemos asumido en la sociedad. Las mujeres hacemos más viajes en desplazamientos más cortos y en horarios más dispersos durante el día, utilizando mayoritariamente el transporte público o los medios no motorizados. Es lo que se conoce como “viajes encadenados”. Estamos a cargo de las “labores de cuidado” como son, por ejemplo, llevar y traer los hijos al colegio, al médico, ir de compras (con bultos, con coches de guaguas), hacer trámites, acompañar a los adultos mayores o enfermos de la casa al médico, etc. Las necesidades son diferentes y debemos reconocerlas.
Otro aspecto importante es la seguridad. El acoso sexual en el transporte y en los espacios públicos presenta cifras elevadas en el caso de las mujeres, por lo que se hace necesario mejorar el diseño, tanto físico como operacional, del transporte público, las estaciones, paraderos y áreas adyacentes para prevenir zonas peligrosas o inseguras, tanto de día como de noche. Finalmente, también existe poca participación de la mujer en el área del transporte, es un sector altamente masculinizado. Debemos reconocer a las mujeres, tanto como usuarias de los modos de transporte, como parte también de la fuerza laboral que presta servicios.
En general, ¿como han logrado desde SECTRA aportar hacia la equidad de género en el transporte urbano?
La falta de datos desagregados por género en la planificación de transporte imposibilita el desarrollo de sistemas con enfoque de género, y es por eso que hemos comenzado a incorporar el análisis de los principales resultados de la Encuesta Origen-Destino de viajes diferenciado por sexo, para conocer los patrones de movilidad y las necesidades de hombres y mujeres. Diferencias tales como las mencionadas en la pregunta anterior, podrán ser verificadas, para así desarrollar e implementar medidas correctivas que apunten a disminuir las barreras identificadas en el sistema de transporte. Este compromiso es parte de los objetivos de la Política de Equidad de Género en Transporte implementada en el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, a partir del año 2018.
Por otra parte, hemos incluido, en los estudios de prefactibilidad, la elaboración del plano y memoria de accesibilidad universal, entendiendo que las mujeres tienen una movilidad reducida, ya que realiza la mayor cantidad de viajes con coches, bultos, acompañando a adultos mayores, entre otros.
¿Podrías relatarnos algún hecho reciente donde se haya incorporado una mirada de género en SECTRA?
Hasta hace poco, la mirada de género no era parte de la agenda de SECTRA, así como tampoco lo era en distintas ciudades de Latinoamérica, detectándose que las políticas y los planes de transportes no están orientados para satisfacer las necesidades de las mujeres de manera adecuada. Sin embargo, la incorporación de la perspectiva de género en las políticas, planes y proyectos de transporte es parte de los desafíos que estamos abordando. Como ejemplo de ello, actualmente SECTRA desarrolla la Estrategia Nacional de Movilidad Sostenible y el Plan Metropolitano de Movilidad Urbana Santiago 2030, entre otras iniciativas. El vínculo entre transporte y género es central para alcanzar un desarrollo sostenible y, por lo tanto, no puede estar ajeno a nuestro quehacer desde el ámbito de la planificación de transporte urbano.
Para ello, es fundamental contar, en una primera instancia, con la información necesaria para identificar las diferentes necesidades, patrones de movilidad y desafíos que afrontan mujeres y hombres en sus vidas cotidianas. No basta con datos promedio ni globales, se requiere un análisis más detallado y específico para proponer las medidas y soluciones apropiadas.
¿Cómo ha sido tu experiencia más personal en el ámbito profesional? Particularmente en el mundo de la ingeniería, que históricamente ha sido dominado por hombres.
Tuve la suerte que mi familia nunca me puso objeciones al momento de elegir estudiar ingeniería, por el contrario, siempre me apoyaron. Después, estando en el mundo laboral, me tocó sufrir algunas discriminaciones y comentarios por mi género que, en esos momentos, tal vez por mi inexperiencia, no les di la real importancia, pero que hoy, sin duda alguna, serían absolutamente reprochables.
Sin embargo, esto no impidió que luego, junto con otra ingeniera, tomáramos la iniciativa de formar una consultora propia, dedicada al rubro de la consultoría de transporte. Por distintas circunstancias, la consultora se compuso sólo por mujeres y la experiencia de trabajo en equipo, el compromiso, lealtad y dedicación que cada una entregó, junto a la excelencia del trabajo desarrollado y a un especial ambiente de trabajo solidario, fue una gran demostración de que las mujeres tenemos las capacidades para llevar a cabo trabajos en la industria de la ingeniería de transporte, siendo además un trabajo reconocido y valorado.
Hoy, en el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, estando a cargo de SECTRA desde el año 2013, ha sido gratificante ver que existe una real preocupación por temas de equidad de género. Es así como se usan parámetros de no discriminación en los procesos de selección de personas. Adicionalmente, un 33% de los cargos de jefatura, son ocupados por mujeres y, en particular, el equipo de SECTRA tiene una dotación muy equilibrada en cuanto a género.
Se ha avanzado, sin duda, pero aún falta mucho por hacer. Existen muchos sectores en el ámbito de la ingeniería de transporte que siguen teniendo equipos, especialmente directivos, muy masculinizados. Es necesario que se generen y mantengan en el tiempo mecanismos que no solamente promuevan la entrada de más mujeres al sector, sino que también velen por su adecuado desarrollo profesional hasta llegar a los puestos de decisión. Se requiere el empoderamiento de las mujeres como actrices del sector transporte. Su mayor inserción es una necesidad imperante, debido a que la participación de las mujeres enriquece el debate, aportando diferentes visiones y es, a su vez, una cuestión de justicia democrática y legitimidad. Junto con ello, y más importante aún, el empoderamiento debe instalarse desde que somos niñas, por parte de toda la comunidad – mujeres y hombres – dejando de “normalizar” muchas situaciones que menoscaban la riqueza que constituyen nuestras diferencias. Sólo así, la transversalización de género comenzará a ser una realidad.
Sabemos que participas del programa Women In Motion, que agrupa a lideresas urbanas en temas de movilidad y género en América Latina. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este programa?
Ha sido una experiencia absolutamente enriquecedora, por distintas razones. Por una parte, me ha dado la oportunidad de conocer grandes mujeres, muchas de ellas líderes en distintos países de Latinoamérica, quienes nos han compartido sus conocimientos y experiencias a las 60 lideresas participantes del programa “Lideresas Urbanas: Movilidad y Género en América Latina”. Nos han entregado conocimientos sobre la inclusión de la perspectiva de género en el transporte, habilidades de liderazgo y comunicación, manejo y resolución de conflictos, y habilidades gerenciales, con herramientas técnicas que contribuyan a la formulación e implementación de proyectos locales y acceso a financiamiento.
Por otro lado, me ha permitido conocer otras mujeres de Latinoamérica, provenientes del sector público y privado, de la sociedad civil y de organizaciones internacionales, con quienes hemos trabajado en equipo y compartido distintas realidades, y con quienes generamos una red de conexión. Me considero tremendamente afortunada y agradecida de poder estar realizando este programa y quisiera aprovecharlo de la mejor manera, poniendo al servicio mi experiencia y estos nuevos aprendizajes, para impulsar e implementar políticas públicas inclusivas y sostenibles.
Sobre el mismo programa, ¿crees que exista alguna particularidad entre como se desarrolla la temática de género en Chile con respecto a América Latina, o los problemas y las brechas son, en la práctica, los mismos en toda la región?
En general he observado que los problemas de inequidad asociados en los sistemas de transporte de las distintas ciudades de Latinoamérica son muy similares: falta de seguridad, dificultades de acceso, costo, etc. Ha habido avances en el análisis y el desarrollo de iniciativas relacionadas con el rol de las mujeres como usuarias, buscando lograr una mejor correspondencia entre la demanda y la oferta de la movilidad femenina y mejorar las políticas relacionadas con la seguridad ciudadana, la violencia contra las mujeres y el acceso al espacio público.
Sin embargo, más lento ha sido el empoderamiento de las mujeres como actrices del sector. Y ello se articula como un obstáculo fundamental, que debe solventarse para mejorar las políticas públicas e incorporar la perspectiva de género desde la etapa inicial de la elaboración de las medidas de la política. En esta línea, Chile sí tiene un importante avance con respecto a otros países, ya que cuenta con una Política de Equidad de Género en Transporte. El documento representa una guía estratégica para abordar el desafío de promover y generar iniciativas orientadas a mejorar de manera más justa e igualitaria el transporte público y, con ello, la conectividad de las personas a las distintas esferas sociales y a los servicios que ofrecen los territorios que habitan.
Y, tal como lo señalé anteriormente, se ha avanzado bastante, pero falta mucho camino por recorrer. La igualdad de género y el transporte es una clara ilustración del impacto social del sector transporte en las diversas brechas que aún quedan por cerrar, en las sociedades, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.