Desde el Ministerio de Transportes pretenden emparejar la cancha con choferes de taxis. Desde la academia apoyan la idea. Pero la compañía cuestiona la idea y también la exigencia de un pago de patente.
"Está empezando el frío", "está buena la radio", o "¿cuánto tiempo llevas en esto?", son las clásicas preguntas que los pasajeros suelen plantear al conductor de Uber. Abordar el auto en el asiento del copiloto y la obligación de entablar una conversación con un desconocido son dos de las situaciones que pretende cambiar la ley.
Así al menos lo reitera la ministra de Transportes, Gloria Hutt. En conversación con Publimetro afirma que "debe haber un registro de vehículos que operen en estas aplicaciones con un conductor profesional. Eso asegura que él tiene las competencias para trasladar pasajeros y cobrar por eso".
En esa línea agrega que "los pasajeros quieren seguridad y para eso tenemos que poder fiscalizar los vehículos". Esto también permitiría que los pasajeros se sienten donde quieran, sin tener que iniciar forzadas conversaciones o fingir que el conductor es un amigo.
Frenar esa exigencia
Como es lógico pensar, a Uber Chile no le gusta que a sus conductores les pidan la licencia Clase A. Pese a que acatarían la ley, Felipe Contreras, gerente de Comunicaciones Corporativas de esa empresa planteó algunos reparos.
"La licencia profesional no constituye una garantía de seguridad. Este requisito, tal y como se plantea hoy tampoco toma en consideración la realidad de las personas que deciden emprender con estas tecnologías: cerca de 55% de los conductores de Uber conducen menos de 10 horas por semana, lo que significa que eligen la plataforma para complementar sus ingresos".
Otro de los puntos que ve con malos ojos es el cobro de patentes, tal como se hace con los taxistas, pero ahora a Uber
"Consideramos que la imposición de patentes especiales o cupos asignados es ir en la dirección equivocada". Argumentan que esta medida "ha fracasado" en el extranjero.
Según Contreras, incluso limitar la cantidad de automóviles "es un llamado a las malas prácticas, a la inflación de precios para la transferencia de los cupos, al freno a la libre competencia y a la mala calidad de servicio".
"Esperamos que el Gobierno descarte este tipo de medidas", sentencia.
Academia
Alejandro Tirachini, del Departamento de Ingeniería Civil de la U. de Chile y experto en Transportes, declara que pedir la licencia Clase A es un piso base.
"Es una exigencia mínima, sobre todo para dar un servicio de transportes a terceros tú necesitas conocimientos superiores que las que tiene un conductor con licencia Clase B, que se suele obtener como meta al cumplir los 18".
Asegura que estudió regulaciones en Australia y en Canadá y allí "la licencia que piden es una avanzada, que obtienes después de dos años de experiencia. En Chile se parece más a la licencia Clase A que a la B", sentencia.
Cabe mencionar que actualmente la ley se encuentra todavía en el Congreso.