El aumento de usuarios de automóvil ha llevado a las autoridades a generar infraestructura para mejorar la circulación de los buses, como una forma de incentivar a las personas a utilizarlos y así mantener la congestión bajo control. Un ejemplo de esa infraestructura son los corredores segregados que permiten a los buses lograr una buena velocidad comercial pues no comparten capacidad vial con otros vehículos y los paraderos tienen diseños que reducen el tiempo de transferencia de pasajeros incluso en situaciones de alta demanda. Sin embargo, este funcionamiento requiere que los conductores y los pasajeros hagan buen uso del corredor y eso no siempre está garantizado. Si los conductores reciben sueldo en función de los pasajeros que transportan entonces se pueden producir situaciones como las que se observan en el corredor segregado del eje Colón entre Concepción y Talcahuano: bus detenido al inicio de la zona de parada, donde no puede ser adelantado, logrando capturar parte importante de los pasajeros; tres o cuatro buses tocando la bocina reclamando por el bus que acapara los pasajeros, y pasajeros fuera del refugio al sol o bajo la lluvia esperando subir al primer bus que llegue. Con este comportamiento se pierde parte importante del beneficio del corredor ya que pasa a funcionar como una pista solo bus con un sitio por paradero y sin adelantamiento. Esto muestra que no basta con diseñar la infraestructura de transporte y asumir que funcionará correctamente, se requiere también generar las condiciones en los contratos de las empresas de transporte, educar a los usuarios y fiscalizar para lograr que todos los beneficios de esa infraestructura se produzcan.
Mauro Huenupi A.
Editor