EDITORIAL
Si bien expresar un juicio acerca de una política pública está bien, mejor sería si junto con la opinión se proporcionaran los antecedentes técnicos que fundamentan dicho discurso o juicio, particularmente si quien emite la opinión tiene un rol social más allá que el de simple ciudadano. Basar la opinión en la experiencia de vida o creencias sólo quitaría sustento al juicio. En este sentido, ahora le ha tocado el turno discursivo a los test de alcohol realizados en el marco de la ley 20.580. Es de esperar que la farándula respecto a este tema permanezca no más allá que unos partidos de fútbol o espectáculos televisivos.
Alejandro Tudela
Editor