EDITORIAL
La inversión pública mayor en transporte se justifica en la medida que esta inversión tenga un elevado nivel de uso. Dado esto, que el Metro de Santiago y otras inversiones similares alcancen una alta utilización es ciertamente deseable y esperable. No obstante, lo que puede parecer un éxito en el corto plazo puede constituirse en un problema si la calidad del servicio, medida objetiva y subjetivamente, se ve deteriorada. Esto último podría derivar en una pérdida sostenida de demanda por los sistemas de transporte público, que iría contra los objetivos de largo plazo de la autoridad, lo que implica iniciar ahora los estudios e inversiones para evitar que una fortaleza actual termine siendo una debilidad futura.
Alejandro Tudela
Editor