El reciente accidente de un bus interurbano en el norte de Chile (Tocopilla, Región de Antofagasta), da pie a la recurrente discusión acerca de si el conductor, la empresa, o quien sea, cumplió con las normas laborales, la Ley de Tránsito, etc. Lamentablemente, muy poca o nada de atención se le presta a otro aspecto, igualmente importante que los otros, que es participante de los accidentes: el diseño vial mismo. Basta revisar las listas de causas probables de accidentes que utilizamos en Chile para verificar que el diseño geométrico no aparece como tal. Puesto que los accidentes son una situación sistémica, es inevitable definir la participación de todas las posibles causas, y dudar así de la consabida frase “el conductor no estaba atento a las condiciones de tránsito”, con la cual se elimina la posibilidad de corregir los diseños.
De acuerdo a los enfoques modernos de seguridad (por ejemplo, el modelo ergonómico), los accidentes son eventos pseudoaleatorios en que participan 3 elementos: el conductor, el vehículo y el ambiente de conducción (dentro del cual está el diseño vial). Asimismo, es posible disgregarlos en dos aspectos: el accidente mismo y sus consecuencias. ¿De qué sirve conocer esto? Principalmente para prevenir la ocurrencia de accidentes y, en segundo lugar, si los accidentes ocurren, atenuar sus consecuencias.
¿Cómo atenuar las consecuencias desde el punto de vista del diseño? Desde hace unos 20 a 30 años se ha desarrollado una profusa investigación en el mundo para responder a esta pregunta. Me quiero detener en dos conceptos esenciales: el concepto de diseño consistente y el concepto de “diseño que perdona” (o forgiving design en inglés). Si bien es una idea presente en las primeras normas de diseño del mundo, no es sino hasta la década del 80 en que el diseño consistente cobra relevancia como un instrumento para lograr diseños más seguros.
El diseño consistente busca definir una métrica que permita verificar si los diseños geométricos provistos por los proyectistas son coherentes con las expectativas de los usuarios. Para lograr esto se requiere, además del diseño, contar con modelos que permitan predecir el comportamiento del conductor, más que nada a través de la velocidad de operación y su relación con la geometría del trazado. Estos análisis permiten verificar la totalidad de un trazado geométrico y resolver una de los principales problemas de las normas de diseño, que es el tratamiento uno a uno de los elementos geométricos. El diseño consistente y sus herramientas permite, entre otras cosas, anticipar las diferencias de velocidad de operación en curvas horizontales precedidas de rectas largas, como es el caso del acceso a la Ruta 5 en Chillán, enlace Pablo Neruda, Región del Bio Bío y, como pareciera darse, en la geometría de la curva del accidente en el norte, introduciendo, además, consideraciones especiales para el diseño de curvas y contracurvas. Asimismo, permite especificar adecuadamente los límites de velocidad en consistencia con la geometría y la velocidad de operación que desarrollan los conductores, que no corresponde necesariamente a la velocidad media espacial o temporal, ni a la velocidad media de viaje, que usualmente se asocian a la velocidad de diseño o específica.
Por otro lado, el diseño que perdona es un concepto orientado a reconocer y tratar a nivel normativo la esencial limitación del diseño vial: no es posible diseñar para todos los conductores. En términos simples, el concepto de forgiving design acuñado por Stonex en la década del 60 dice que “el proyecto vial debe en la práctica elaborarse pensando en el percentil 85 de los conductores”. Reconociendo que habrá conductores que circulen a velocidades superiores, a éstos se les debe proporcionar medidas de seguridad tales que, de accidentarse, no fallezcan o queden severa y permanentemente lesionados.
Las estadísticas de accidentes en Europa, Estados Unidos y Oceanía, muestran que entre un 30 y un 45% de los accidentes en ruta corresponden a salidas de la calzada, de los cuales una significativa parte de ellos desemboca en fallecimiento. Por tanto, el adecuado tratamiento de las zonas laterales (zonas marginales en el lenguaje del Manual de Carreteras), permite atenuar la severidad de los accidentes.
Si revisamos dos accidentes graves en los últimos tres años: camino a Cabrero (Región del Bio Bío) -en donde falleció un parlamentario- y el reciente accidente en el norte, se puede identificar dos aspectos comunes: volcamientos en taludes relativamente bajos (es decir, no corresponden a barrancos), en donde el efecto de rollover fue el protagonista, y un tratamiento inadecuado de las zonas laterales.
El concepto de forgiving design permite efectivamente propiciar diseños que siendo más elevados en costo directo, permiten generar soluciones que en el ciclo de vida proporcionan ahorros por reducción de severidad de accidentes. Taludes con menos pendiente, el tratamiento de puntos duros (rocas, postes, muros, zanjas) y su coexistencia con barreras laterales, áreas libres de obstáculos y zanjas, control del diseño de bocas de entrada /salida de alcantarillas, entre otros, son aspectos que permiten generar una zona lateral segura, que sirva como vía de escape en el caso de pérdida de control, o que sirva para controlar el rollover, especialmente en aquellos vehículos con centro de gravedad más elevado, como buses y camiones.
A pesar que en los accidentes de tránsito la mirada del público y de la policía apunta a buscar culpabilidades, es también una oportunidad para aprender qué y cómo podemos mejorar nuestros diseños, a fin de aproximar de mejor manera las normas y la práctica del diseño hacia uno más cercano a proteger a los usuarios. No es casual ni “desajustado a la norma”, que ocurran accidentes a pesar de “diseñar de acuerdo a ella”. Las normativas utilizan modelos que requieren ser perfeccionados constantemente, sirviéndose de los adelantos científicos llevados a la práctica.
En este sentido, el diseño consistente y el diseño que perdona son conceptos aplicados y aplicables que permiten salvar vidas y que han demostrado, en los países en que se están implementando, ser eficientes para reducir la ocurrencia y severidad de los accidentes, por lo tanto deben ser considerados en el mejoramiento de nuestras normas. Probablemente los accidentes mencionados en esta nota no habrían podido evitarse aplicando estos conceptos pero sí, al menos, habrían reducido sustancialmente su severidad.