Durante el pasado mes de abril, el Estado de Chile presentó ante la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático la actualización de la Contribución Determinada a Nivel Nacional[1] (NDC, por sus siglas en inglés), la cual constituía una obligación en base a la suscripción por parte de nuestro país del Acuerdo de París durante el año 2015. Recordemos que este acuerdo impone el objetivo global de mantener el aumento de la temperatura mundial en el siglo XXI por debajo de los 2ºC en comparación a los niveles preindustriales, e implementar esfuerzos aún mayores para tratar de limitar este aumento a solo 1,5ºC. Esta premisa constituye la principal meta en la lucha contra el cambio climático y sus devastadores efectos futuros, en línea con lo que indica la evidencia científica disponible hasta el minuto.
Las NDCs son documentos oficiales, que se actualizan cada cinco años, mediante el cual cada país adscrito a la ONU detalla los esfuerzos de mitigación que llevará a cabo desde el año 2020 en adelante para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París, además de proponer medidas para fortalecer la capacidad de adaptación nacional a los efectos del cambio climático, y las componentes de financiación asociadas en este mismo ámbito. En teoría, la suma de todas las NDCs del planeta debiesen llevarnos al cumplimiento del principal objetivo del acuerdo en términos globales. Es por ello que la ONU exige a cada país que los compromisos adoptados deban ser cuantificables y verificables, para así poder determinar la suma neta de los esfuerzos a nivel mundial.
La NDC chilena fue liderada por el Ministerio del Medioambiente (MMA), incorporando la participación multidisciplinaria de actores de la sociedad civil, la comunidad científica y del mundo público y privado. En el ámbito de las emisiones de carbono, que es el principal gas de efecto invernadero (GEI) causante del cambio climático, Chile se comprometió a que éstas alcanzarán un peak al año 2025, para luego ir disminuyendo progresivamente hasta un nivel neutral hacia el año 2050. También, la NDC indica que en el decenio 2020-2030 el país contará con un presupuesto de carbono preestablecido equivalente a 1.100 MtCO2eq (megatonelada de dióxido de carbono equivalente, la unidad estándar de medida internacional), con el objetivo de llegar a emisiones absolutas de 95 MtCO2eq anuales al final de la década. Este fue un gran avance, puesto que a diferencia de la primera propuesta de las contribuciones determinadas de Chile en el año 2015 (denominada INDC), nuestro país impone ahora una meta cuantificable, que está desacoplada del crecimiento económico y no se encuentra sujeta a las ayudas internacionales que pudiese recibir el país en este ámbito.
Por otro lado, según estudios de la MMA, en nuestro país el sector del transporte (principalmente, el transporte terrestre) representa casi un 30% de las emisiones de CO2[2] en el sector energía. Estas emisiones se producen básicamente por la quema de combustibles fósiles, como la gasolina o el diésel, en vehículos motorizados. Los datos expuestos grafican la tremenda preponderancia que el sector del transporte tiene sobre la emergencia climática, pero a su vez, también nos muestra el potencial de contribución que el sector puede realizar a efectos de mitigar el fenómeno del calentamiento global.
En ese sentido, actualmente el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT) está llevando adelante un proceso para la formulación de una Política Nacional de Movilidad Sostenible (NUMP, por sus siglas en inglés), con el apoyo del programa EUROCLIMA+ financiado por la Unión Europea. El objetivo general de esta iniciativa es reducir los impactos de la crisis climática en 18 países de Latinoamérica, promoviendo la mitigación y adaptación al cambio climático, y la resiliencia del territorio. La movilidad urbana es uno de los siete sectores que el programa considera.
La metodología NUMP se estructura bajo el enfoque de evitar-cambiar-mejorar: evitar las necesidades de viaje en automóvil particular; cambiar comportamientos hacia el uso de modos más eficientes, como la caminata, la bicicleta o el transporte público; y mejorar el desempeño del sistema de movilidad para reducir sus externalidades negativas. Por ello, el enfoque y la metodología NUMP se encuentran totalmente alineados con los objetivos de mitigación al cambio climático, también contenidos en la NDC nacional.
Actualmente, la NUMP de nuestro país se encuentra finalizando la etapa de diagnóstico, y en los próximos meses se dará inicio a la etapa de formulación propiamente tal, el cual busca ser un ejercicio participativo y multidisciplinario entre los distintos actores relacionados a la movilidad urbana. Es por ello que la realización de la NUMP es una oportunidad histórica para que las políticas y lineamientos nacionales del transporte urbano respondan en forma directa a un objetivo aún mayor, el cual es la mitigación de los efectos del cambio climático, incorporando la mirada de otras disciplinas y propendiendo a una visión integral de nuestras ciudades y nuestros territorios en relación a este ámbito.
Pero lo anterior no puede quedarse solo en políticas reflejadas solo como buenas intenciones, tal como ha sido históricamente la formulación de lineamientos en el sector transporte de nuestro país. La última actualización de la NDC nacional estableció metas cuantificables y verificables al mediano y largo plazo, y dado el peso que tiene el sector transporte en las emisiones de GEI, la movilidad urbana también debiese definir cuantitativamente una meta acorde a este desafío. Si esto ocurre, el cumplimiento de la meta se convertirá por si solo en un poderoso argumento para definir y defender políticas y proyectos sostenibles en transporte (como una mayor inversión en infraestructura para la caminata o la bicicleta, o una renovación ambiciosa y mejora en la calidad de servicio de los sistemas de transporte público en regiones), así como también para la exclusión de otros elementos que no vayan en esta línea (como el desarrollo de nuevas autopistas urbanas, que solo incentivan el uso del automóvil).
En definitiva, la formulación de la NUMP es una gran oportunidad para fijar cual será la contribución del sector de la movilidad urbana para mitigar los efectos del cambio climático. Es en este tipo de discusiones donde no solamente se define qué tipo de ciudades queremos, sino que también se juega gran parte del legado que dejaremos a las futuras generaciones. Es una oportunidad que como país, no podemos dejar pasar.
[1] Gobierno de Chile (2020). Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de Chile – Actualización 2020.
[2] MMA (2017). Informe del inventario nacional de gases de efecto invernadero de Chile, serie 1990-2013.