El mes de mayo estuvo marcado por dos eventos relacionados con la seguridad vial, la Cuarta Semana Mundial de las Naciones Unidas sobre Seguridad Vial y el Segundo Congreso Internacional de Seguridad Vial, ambos con el objetivo de visibilizar la importancia de los accidentes de tránsito y estudiar los avances en dicha materia.
Efectivamente, el tema de la seguridad vial en nuestro país ha logrado mayor visibilidad en la última década, y se han logrado grandes avances como la Ley de Tolerancia Cero, la Ley Emilia y el uso de sistemas de retención para niños. Como resultado de estas y otras medidas, de acuerdo a datos de la CONASET el número de fatalidades se ha mantenido estable en los últimos 10 años y presenta una baja considerable con respecto al número de fallecidos de la década anterior: en el periodo 2006-2015 murieron 17.803 personas en accidentes de tránsito, mientras que el periodo 1996-2005 la cifra fue de 19.207 personas. Considerando el fuerte aumento del parque automotriz, estas cifras son auspiciadoras; sin embargo, también reflejan la magnitud del problema. En promedio, en Chile mueren diariamente 5 personas producto de accidentes de tránsito.
En este contexto, surge la necesidad de plantearse qué nos falta hacer, como comunidad científica, para seguir mejorando la seguridad vial.
Desde el punto de vista del análisis y modelación, el estudio de accidentes de tránsito es complejo porque sus causas son muy numerosas y variadas. Es por esto que además de los clásicos modelos estadísticos (regresiones, logit), se han implementado para su estudio métodos bayesianos, modelos semi-paramétricos y no-paramétricos, modelos de hazard, redes neuronales, modelos jerárquicos y cadenas de Markov, entre otros. En los últimos años ha cobrado vital importancia la incorporación de distintas formas de correlación, entendiendo que los accidentes no ocurren aisladamente sino que dependen del lugar y el contexto de los viajes.
Aunque los avances metodológicos de los últimos años han aportado mucho a entender y prevenir accidentes, los resultados de los modelos no son fácilmente transferibles. Por ejemplo, un análisis de los accidentes en un área metropolitana no necesariamente va a ser adecuado para entender los accidentes en carreteras rurales, de la misma forma que un estudio de hace 20 años no es pertinente en la actualidad. En este contexto se destaca que la gran mayoría de los estudios de seguridad se han realizados en norte América y Europa, lugares donde tanto las regulaciones como el comportamiento de conductores, ciclistas y peatones es bastante diferente al de países del tercer mundo.
Otro punto relevante es que a medida que surgen nuevas tecnologías, tales como el uso masificado de sistemas GPS, teléfonos inteligentes y sus aplicaciones, nueva infraestructura vial, mejoras en la tecnología automotriz y, en el fututo, autos autónomos, las causas de los accidentes van variando. De esta forma la investigación se debe ir adecuando a dichas innovaciones, convirtiéndose en un área de trabajo muy dinámica.
Por último, para estudiar los accidentes se requieren datos precisos, que den cuenta de la ubicación espacial y temporal de estos, así como de las características del accidente mismo (tipo de accidente, número de lesionados, personas y vehículos involucrados, entre otros). Estos datos no se obtienen fácilmente con los actuales sistemas de recopilación de información de Carabineros; en efecto, investigadores han dedicado gran esfuerzo en unir bases de datos y estimar los sesgos que se producen cuando no se cuenta con toda la información necesaria para entender el problema.
A pesar de estos desafíos, hay gran potencial para la investigación en seguridad vial en Chile. En primer lugar, los investigadores nacionales tienen los conocimientos técnicos necesarios para abordar los desafíos metodológicos que conlleva el estudio de accidentes. Segundo, se ha visto en los últimos años un mayor interés por parte de los investigadores en este tema, lo que potencialmente puede generar un potente ambiente de cooperación. Tercero, si bien los datos de accidentes tienen deficiencias, se han realizado grandes esfuerzos por parte de CONASET y Carabineros por modernizar los procesos de toma y validación de información.
Luego, este es un llamado a los investigadores nacionales, tanto de la academia como de los sectores público y privado, a interesarse más por los accidentes viales. Este es un tema de investigación que no solamente es (en mi opinión) interesante y desafiante, sino que también puede tener un gran impacto en la definición de futuras políticas públicas enfocadas en seguridad vial. El estudio de los accidentes en el contexto chileno puede arrojar resultados específicos a la forma en que usamos el espacio público y los riesgos que tomamos, pudiendo generar medidas más adecuadas a nuestra idiosincrasia y, por lo tanto, más eficaces al momento de reducir el número y la gravedad de accidentes de tránsito, con todo el peso que estos significan para nuestra Sociedad.