Por Carolina Calderón – Docente de VCM, Universidad San Sebastián
En estos tiempos de equidad de género, se ha relevado en la agenda pública y se ha intentado – en mayor o menor medida – acortar la brecha en campos fundamentales para avanzar en una cultura de igualdad, a través de políticas públicas: en las condiciones laborales y en la legislación contra la violencia de género, por mencionar algunas. Sin embargo, hay una arista menos desarrollada o con menos visibilidad y es la que tiene que ver con cómo en la ciudad, a través de su infraestructura y movilidad, se promueve la seguridad en las personas de sexo femenino.
Llegó a mis manos un documento maravilloso “Manual de diseño de espacios públicos con perspectiva de género y diversidad[1]” editado en la hermana república argentina. Y, junto con admirar profundamente el trabajo hecho, pensé lo lindo que sería desarrollar algo similar en el diseño vial urbano en Chile.
Históricamente, desde disciplinas como la arquitectura y el urbanismo, se ha planificado ciudades destinadas a un “sujeto universal” desde una perspectiva auto-asumida neutral que recubre, en realidad, un criterio androcéntrico. Frente a esto, el urbanismo con perspectiva de género vendría a ampliar la gama de destinatarios y destinatarias al entender que las personas que habitan y transitan la ciudad invisten características variadas y desarrollan actividades que deben ser tenidas en cuenta al momento de planificar.
Para motivar la discusión y la creación de conocimiento compartido, desgloso las brechas en que se podría avanzar en términos de equidad de género, separado por temática.
1. Territorio y participación ciudadana: como en cualquier política pública, la importancia de que ésta represente y dé cuenta de las reales necesidades de sus habitantes, es más gravitante que nunca. Existen metodologías innovadoras de participación ciudadana que facilitan que ésta sea efectivamente activa y el diseño, “bottom-up”. Este punto toma más relevancia aun cuando hablamos de género. No queremos hombres diseñando sostenes (1907, Pierre Poiret diseñó el primer sostén).
2. Infraestructura vial: en mi opinión en este tema es donde precisamente realizar intervenciones tiene un mayor beneficio social. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Solo por mencionar algunas herramientas tecnológicas que mejorarían la seguridad: más iluminación en puntos críticos, uso de sensores de movimientos, elementos de seguridad como botones de pánico, más cámaras en puntos oscuros, etc.
Pero en sí el diseño vial orientado a las problemáticas de inseguridad para el género femenino (incluyendo a otros usuarios vulnerables como niños, adultos mayores y con discapacidad sensorial y de movimiento), en que el diseño y construcción se realicen con este foco, tanto en proyectos nuevos como en el mejoramiento de los existentes. Para esto, partiría por modificar la normativa ad-hoc (REDEVU) que es lo que más tiempo toma en materializarse.
Algunos de los principales elementos a intervenir sería la conceptualización del espacio urbano en su conjunto, mediante un diseño enfocado en la seguridad, visibilidad e inclusión. Así como elementos que faciliten la gestión de tránsito dinámica, que permita, por ejemplo, disminuir los tiempos de verde nocturnos (para minimizar el riesgo de asalto en semáforo en rojo).
Otro aspecto no menor es el mejoramiento de aceras, rebajes de soleras y tapas de servicios públicos. Los adoquines son lejos el peor diseño de aceras para alguien que anda con taco alto. Muchos accidentes se han producido por tapas de servicio en mal estado, pavimentos irregulares. Sin ir más lejos, el año 2021 yo misma sufrí un accidente por tropezar con un resto de una señalética destruida en el contexto del estallido social, en pleno Pío Nono.
3. Movilidad activa
Según datos de la CONASET (2019) la mayor parte de los usuarios de bicicletas son hombres (cerca del 70%). Podemos elucubrar que es debido a distintos factores sociales, culturales y de fuerza física, pero el aspecto que quiero relevar, es la brecha de vulnerabilidad del género femenino en el uso de ese modo. Me refiero a seguridad integral, tanto en términos de siniestros viales como de seguridad ante asaltos y robos. Lamentablemente, no soy usuaria activa del modo bicicleta, así es que no seré tan arrogante como para realizar un diagnóstico a priori. Las necesidades de las usuarias de este modo deben ser relevadas con un proceso participativo ad-hoc, lo cual permitirá priorizar los aspectos a intervenir.
Análogamente, el modo caminata tendría una mayor participación del género femenino, si la seguridad en horarios no punta, fuera un derecho garantizado. Por ejemplo, de noche y hasta la madrugada (pensando en el caso p.ej. de Margarita Amancay, asesinada por asaltantes cuando iba camino a su trabajo).
4. Aplicaciones de movilidad
Es cosa de revisar la prensa en el último mes para observar bastantes casos de asaltos o intentos de asaltos y secuestros en las típicas aplicaciones móviles de taxis. Se discutió si acaso efectivamente drogas de contacto como la “Burundanga” (escopolamina) podían anular o no la voluntad de las personas. Vehículos con vidrios polarizados que no están explícitamente prohibidos por las aplicaciones, no uso de mascarillas. En síntesis, estamos en presencia de una evidente falta de regulación, reglamentos y fiscalización. Adicionalmente, existe una carencia de alternativas que sean certificadamente seguras. Ha habido iniciativas de pymes de transportes por y para mujeres como “Violet-car” (@violetcar_), pero lamentablemente no tienen la masividad (tamaño de flota reducido) de las otras alternativas, por lo que se limita su uso y opera como el tradicional “radio taxi”, no cumpliendo con su objetivo original. Hay demanda más que suficiente.
5. Transporte público
Precisamente la semana pasada, por un grupo de WhatsApp, llega a mis ojos una foto impactante. Una mujer con su ropa manchada por fluidos seminales masculinos, situación ocurrida en el metro de Santiago en horario punta. En este punto, creo que la segregación de carros por género, en ciertos horarios del día, me parece que es una medida que va en la dirección correcta, dado el nivel de servicio actual.
En relación con el bus, aunque en mi opinión ha mejorado con respecto a las “micros amarillas”, actualmente hay recorridos que son conocidos por ser riesgosos. Grupos de antisociales premunidos de sistemas de audio a alto volumen, gritando y en modo “manada” son algunos de los potenciales focos de riesgo. Entonces y a lo que voy: antes de modificar un recorrido, se debe contemplar el efecto social que éste tendrá sobre el tipo de usuario que va a bordo. El chofer bien poco puede hacer para intervenir, sin arriesgar su propio pellejo, pero mediante tecnología, se podría mejorar sustancialmente las denuncias y alertas a la seguridad pública. Pero como todo, depende de la comuna y los recursos de que se disponga.
6. El viaje al trabajo
Aportaría a mejorar la calidad de vida de las mujeres (y a los trabajadores en general), el que el teletrabajo y la flexibilidad fuera la norma y no la excepción. En muchas ocasiones, y a pesar de la coparentalidad en las tareas del hogar, aun se ven más mujeres yendo a dejar a sus hijos al colegio y realizando viajes “encadenados” en el modo que esté a su alcance. Este es un aspecto que debe ser contemplado explícitamente a la hora de rediseñar integralmente la gestión de los viajes.
Este es un tema que debe ser abordado tanto desde lo público como desde las empresas y entidades públicas, dando facilidades a sus trabajadoras y no agregando un estrés adicional cuando ocurre cualquier perturbación en la dinámica diaria del hogar (niños enfermos, ausentismo del personal doméstico y cualquier otro tipo de emergencias), además el tener que pedir permiso, que sea denegado y otras casuísticas. Es fundamental que esta gestión sea realizada en conjunto con la modernización de normas laborales más flexibles, integrales, con foco de género y coparentalidad. A modo de conclusión preliminar, en un tema donde hay mucho “paño para cortar”, se requiere de voluntad individual y colectiva, pública y privada, incorporar proporcionalmente la tecnología, la innovación y avanzar en la actualización de las normas y regulaciones, todo ello con un enfoque y sello transversal de equidad de género. Aún sigue dispareja la cancha.
Referencias:
- Manual de diseño de espacios públicos con perspectiva de género y diversidad
2. CONASET 2019, https://www.conaset.cl/wp-content/uploads/2020/01/Informe-Final-CONASET-Enero-2020.pdf