Esta entrevista realizada por Paola Garcia a Natan Waintrub, nuestro nuevo Socio Sochitran, busca profundizar sobre el tema presentado en su presentación de ingreso a la Sociedad: “Explorando la influencia del ambiente urbano en los viajes de niños, niñas y adolescentes en Santiago”. La presentación la puedes encontrar en https://sochitran.cl/presentacion-de-ingreso/
Natan Waintrub es Doctor en Ingeniería de Transporte (University College London), Ingeniero Civil Industrial en Ingeniería de Transporte y Magister en Ciencias de la Ingeniería (Pontificia Universidad Católica de Chile). Actualmente, se desempeña como investigador postdoctoral en el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)
¿Nos podrías comentar la relevancia de estudiar la movilidad sostenible desde la perspectiva de distintos tipos de personas usuarias?
Los estudios de movilidad están frecuentemente centrados en adultos, y solo en el último tiempo han empezado a explorar también la movilidad de otros grupos de personas con características y comportamientos distintos en el espacio público. Debido a esta perspectiva, los espacios de la ciudad, y sus medios de transporte, se diseñan por y para los adultos, dejando de lado otras formas de comprender, habitar y moverse por la ciudad. Lo anterior puede tener múltiples efectos: desde generar incomodidad para viajar porque las veredas son muy angostas para que quepa una silla de ruedas, hasta la supresión de viajes. Los menores de edad son los que pueden verse más afectados por la supresión de los viajes, siendo desplazados por autos en movimiento a alta velocidad por las calles de sus barrios, lo que aumenta sus miedos —y el de sus padres o cuidadores— de sufrir un accidente de tránsito.
Por otro lado, estudiar la movilidad de otros grupos, como niños, niñas, adolescentes, mujeres, personas en situación de discapacidad o vulnerabilidad, nos permite comprender cuáles son los elementos que pueden influir en su movilidad y decisiones de viaje. Por ejemplo, en el estudio de la movilidad de mujeres, la sensación de inseguridad tiende a ser mucho mayor que la de sus pares hombres. Para poder viajar, algunas mujeres deben recurrir a estrategias como viajar acompañadas o hablando por celular con alguien cercano, a fin de reducir el riesgo de ser el blanco de un delito.
¿Qué medidas, como profesionales del área, podemos tomar para mejorar la movilidad sostenible? Con enfoque de género y etario.
En términos de medidas, lo primero que podemos hacer es reflexionar, cuestionar y comprender nuestra posición como profesionales y/o investigadores. Esto significa mirar nuestra experiencia y privilegios, entendiendo así las distancias que existen entre nuestra comprensión y vivencias con la de otros habitantes de la ciudad. También implica comprender los sesgos que nuestra experiencia podría traer a los proyectos e investigaciones.
En segundo lugar, debemos considerar e incluir las miradas de estos grupos de personas, niños, niñas, adolescentes, mujeres, personas en situación de discapacidad o vulnerabilidad, en las investigaciones y proyectos. La omisión de estos grupos de personas puede resultar en razonamientos simplistas o ingenuos sobre su experiencia y, frecuentemente, en políticas públicas deficientes. En concreto, existe un amplio acuerdo que las voces de los menores han sido omitidas en las investigaciones, siendo usualmente representadas por la de adultos, lo que los ha relegado a espacios aislados de la ciudad. En una forma similar, la experiencia de grupos vulnerables en la periferia de las ciudades tiende a ser incomprendida en los proyectos de investigación, reduciéndola a relaciones simples como “caminar ocurre independiente de la calidad del entorno construido,” cuando es un fenómeno complejo donde influyen normas sociales muchas veces obviadas.
¿Cuáles son las implicaciones de los cambios en la movilidad independiente de los NNA para su desarrollo físico y social, el estilo de vida de sus padres y para la sociedad en general?
Son muchos los beneficios que una mayor movilidad independiente puede tener en niños, niñas y adolescentes. Por un lado, moverse solos les ayuda a los menores en su desarrollo psicológico, aprendiendo a hacerse responsables de sí mismos, así como resolver problemas que encuentren en el camino. También les ayuda en su comprensión geográfica del entorno, aprendiendo a observar y orientarse en la ciudad; especialmente si sus viajes son a pie. Los viajes independientes mejoran sus habilidades sociales al compartir e interactuar con las personas en el barrio y en el espacio público en general. Como sociedad, también hay beneficios económicos al liberar a los padres y cuidadores de acompañar a los menores quienes, al no realizar estos viajes, pueden contar con más tiempo disponible o, eventualmente, reducir las externalidades negativas asociadas al uso del auto.
En términos prácticos, entender la influencia del entorno construido tiene varios efectos en la movilidad de niños, niñas y adolescentes. Construcciones y amenidades urbanas de la ciudad como colegios, almacenes y plazas, entre otros, son hitos que los menores reconocen y utilizan para navegar; además de ser elementos que pueden mejorar—o empeorar— su experiencia de viaje. Vegetación y veredas bien mantenidas son apreciadas por niños, niñas y adolescentes viajando solos, mientras que veredas sucias y calles congestionadas son percibidas por como perjudiciales, incomodándolos, pudiendo —incluso— producir efectos negativos en la salud. En particular, el tráfico también tiene una gran influencia en los viajes sin compañía de los menores, donde calles con mucho tráfico y sin cruces están asociadas a un mayor miedo a sufrir un accidente y pueden impedir la realización de estos viajes. Los elementos del entorno construido también son utilizados para inferir aspectos sociales de la comunidad; calles y fachadas descuidadas pueden ser asociadas a vecinos que abandonaron el espacio público, dando espacio a extraños potencialmente peligrosos.
¿Cómo debiésemos abordar los conceptos de seguridad de la movilidad cotidiana con enfoque de género y etario?
Dado lo comentado anteriormente, la movilidad cotidiana debe abordarse considerando y comprendiendo la diversidad de miradas e interpretaciones de los distintos grupos de personas. Cuando se estudia la movilidad de los menores de edad, la investigación ha demostrado diferencias entre la percepción de los padres o cuidadores, quienes tienen elevada sensación de inseguridad y miedo a extraños si se compara con la de los niños y niñas. Sin embargo, la percepción de inseguridad de los adolescentes tiende a acercarse a la de sus padres y cuidadores, absorbiendo también sus preocupaciones. También entre los grupos de menores se observan diferencias de género y edad, ya que adolescentes hombres tienden a disfrutar y ser positivamente influenciados por buenos espacios urbanos, mientras que sus pares mujeres y las niñas tienden a estar más limitadas por el miedo a los extraños y sus actividades.