Ariel López, ingeniero en transporte y urbanista y Socio Sochitran; Genaro Cuadros, arquitecto y urbanista; Vesselina Vateva, abogada y magíster en estrategia Internacional y política comercial y Daniel Arancibia, biólogo y urbanista
En medio de la turbulencia y la incertidumbre generadas por la pandemia de COVID-19, nos encontramos en un momento crucial para reflexionar sobre cómo concebimos y diseñamos nuestras ciudades. Esta crisis global ha puesto de manifiesto la necesidad de replantear los paradigmas higienistas del movimiento moderno y abordar nuevas perspectivas que nos permitan construir urbes más adaptables, resilientes y saludables.
Es innegable que la pandemia ha dejado una profunda huella en nuestra sociedad. Ha trastocado nuestras vidas cotidianas, ha desafiado nuestras estructuras y ha evidenciado las fragilidades de nuestras ciudades. Sin embargo, en medio de la adversidad, también se han revelado lecciones valiosas y oportunidades de cambio que debemos observar y considerar.
De cada pandemia hemos sacado lecciones y aprendido la importancia de la salud pública y la higiene en el diseño urbano, ¿Qué aprendimos de esta? La pandemia nos ha recordado la necesidad de contar con entornos urbanos que promuevan el bienestar físico y mental de las personas. Esto implica repensar la distribución de espacios, priorizando áreas verdes, parques y espacios de recreación que fomenten el contacto con la naturaleza, el ejercicio físico y el descanso. Además, se hace imprescindible fortalecer las infraestructuras sanitarias y garantizar un acceso equitativo a servicios de salud de calidad en todos los barrios.
La movilidad también se ha convertido en un aspecto crucial a considerar en el diseño de nuestras ciudades. Durante la pandemia, se han reducido los desplazamientos masivos y colectivos y se ha migrado a transportes en modos individuales. Esto nos ha llevado a replantearnos la relación de los medios de transporte tradicionales, como el automóvil y el transporte público. En lugar de ello, surge la necesidad de promover la movilidad sostenible, fomentando el uso de la bicicleta, el transporte público eficiente y la caminata como medios de desplazamiento preferentes. Estas opciones no solo contribuyen a reducir la congestión y la contaminación, sino que también mejoran la salud y la calidad de vida de los ciudadanos.
Un elemento clave que hemos aprendido durante esta crisis es la importancia de diversificar los usos del suelo en nuestras ciudades. La concentración excesiva de actividades en un solo lugar puede generar aglomeraciones y aumentar el riesgo de propagación de enfermedades. Por tanto, se hace necesario promover una mayor mixtura de funciones en los barrios, incorporando viviendas, comercios, servicios, lugares productivos y espacios públicos de manera equilibrada. Esto no solo reduce los desplazamientos diarios y los tiempos de traslado, sino que también fortalece la resiliencia urbana ante situaciones de emergencia, al dispersar las actividades y minimizar el impacto de eventos disruptivos.
La digitalización y el teletrabajo han experimentado un auge sin precedentes durante la pandemia. La necesidad de mantener el distanciamiento social y reducir la interacción física ha impulsado la adopción masiva de herramientas tecnológicas que nos permiten trabajar, estudiar y socializar de forma remota. Este cambio en nuestra forma de relacionarnos con el entorno laboral y educativo plantea importantes cuestionamientos sobre la configuración de nuestras ciudades centradas en el comercio, trabajo, educación y servicios, áreas que fueron fuertemente impactadas por la era digital que reconfiguran nuestras dinámicas de movilidad.
La crisis sanitaria ha evidenciado la posibilidad de disminuir la dependencia de los desplazamientos cotidianos y reducir la congestión vehicular, lo cual conlleva un impacto significativo en la calidad del aire y en la vida de los ciudadanos. El teletrabajo y la educación a distancia nos han enseñado que numerosas actividades pueden llevarse a cabo desde el hogar, lo que plantea la oportunidad de replantear la organización de los espacios urbanos y reducir la necesidad de traslados prolongados y costosos. Además, la caída en la ocupación de oficinas ha generado transformaciones en el mercado inmobiliario, mientras que el comercio electrónico ha experimentado un fuerte impulso, acelerando una tendencia que ya estaba en aumento. Esta situación ha impactado considerablemente en los grandes centros comerciales, que han experimentado una disminución significativa en la afluencia de visitantes. Ante este panorama, resulta crucial cuestionarnos si estos centros comerciales seguirán siendo los principales focos de atracción y generación de viajes en el futuro.
Sin embargo, es importante destacar que el acceso a la tecnología y a una conexión de calidad sigue siendo una barrera para muchas personas, especialmente en comunidades desfavorecidas. Es fundamental garantizar la equidad digital y proporcionar las herramientas necesarias para que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de las oportunidades que ofrece la digitalización.
Además de replantear los aspectos físicos y tecnológicos de nuestras ciudades, la pandemia también nos ha confrontado con la necesidad de fortalecer los lazos comunitarios y promover una mayor resiliencia social. Durante los momentos más difíciles, hemos sido testigos de la solidaridad y la colaboración entre vecinos, así como del papel fundamental de los espacios públicos como lugares de encuentro y cohesión social. Estas lecciones deben llevarnos a repensar la forma en que diseñamos nuestros barrios, promoviendo la creación de espacios comunes y colectivos que fomenten la interacción social, la participación ciudadana y el cuidado mutuo.
La pandemia del COVID-19 ha sido un llamado de atención para replantear y actualizar los paradigmas higienistas del movimiento moderno en el diseño de nuestras ciudades. Nos ha recordado la importancia de priorizar la salud pública, promover la movilidad sostenible, diversificar los usos del suelo, adoptar la tecnología de manera inclusiva y fortalecer los lazos comunitarios. Estas lecciones deben convertirse en tendencias en la forma de hacer ciudades, guiando nuestros esfuerzos hacia la construcción de entornos urbanos más resilientes, adaptativos y equitativos. La pandemia nos ha brindado una oportunidad única para repensar nuestras ciudades y construir un futuro más saludable y sostenible para todos.
Les invitamos a leer el estudio exploratorio en https://repositorio.cepal.org/handle/11362/48775