por Margarita Amaya
Desde que se inauguró a fines de febrero de este año, el Terminal Internacional (T2) puso al principal recinto aéreo al nivel de los más modernos del mundo, en tecnología y servicios. Este salto se complementará con el anuncio de una planta de hidrógeno verde, la primera en un aeropuerto de Latinoamérica.
Camino a la carbono neutralidad
De 16 a 38 millones de pasajeros al año. Así aumentó la capacidad del Aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago con el nuevo terminal internacional (T2), inaugurado en febrero de este año. La obra implicó una inversión de casi US$1.000 millones por parte de Nuevo Pudahuel, cuyos principales accionistas son Groupe ADP, VINCI Airports y Astaldi Concessioni. Aunque lo más visible del proyecto es el imponente nuevo edificio de casi 220 mil metros cuadrados para recibir a los vuelos que llegan y salen del país, el proyecto contempló además una serie de actualizaciones que mejoran a diario la experiencia de viaje de los pasajeros en el terminal aéreo.
Por lo pronto, la infraestructura contempla una migración de los procesos manuales a los automáticos, con lo cual se suma a las tendencias de vanguardia que siguen los principales aeropuertos del mundo para ahorrar más tiempo y ganar en eficiencia. Para ello, el nuevo terminal internacional (T2) cuenta con 96 kioscos de atención, donde son los propios pasajeros los que deben imprimir su tarjeta de embarque y etiqueta para ingresar su equipaje. Luego de eso, hay disponibles 64 puestos “Self-Bag Drop” para que los viajeros depositen sus maletas, sin la intervención de agentes de aerolíneas. Todo esto no solo logra facilitar el check-in, sino que genera ahorros importantes de tiempo en los procesos.
En el proceso de llegada, se modernizó el sistema de revisión de SAG y Aduanas, que permite revisar mediante cámaras y sensores el contenido de las maletas para detectar si éstas contienen elementos restringidos por SAG para resguardar la seguridad silvoagropecuaria o si traen elementos que restringe Aduanas, puesto que corresponden a productos que podrían ser comercializados, sin los permisos correspondientes. Con esta automatización, los pasajeros no deben revisar en máquinas todo su equipaje como sucedía en el antiguo terminal, lo que se traduce en ahorros de hasta 40 minutos, en momentos de mayor tráfico.
Adicionalmente, en el nuevo terminal se instalaron cámaras con inteligencia artificial para identificar tempranamente aglomeraciones, lo que permite reforzar diversas zonas con personal de aerolíneas, handlers o de la concesionaria.
Asimismo, existe un sistema de iluminación automatizado que se autorregula según la luz natural que reciba el edificio.
“Con la construcción del nuevo terminal internacional (T2) del Aeropuerto de Santiago, le estamos entregando a Chile una obra de primer nivel con altos estándares tecnológicos que buscan facilitar la experiencia de viaje a los pasajeros. Como Nuevo Pudahuel, cuyos accionistas están presentes en más de 100 aeropuertos en el mundo, estamos convencidos de que esta nueva infraestructura aportará a la conectividad y al progreso del país. Nuestro próximo paso es equiparar este estándar en el proyecto de remodelación del terminal antiguo, que desde marzo pasado solo opera vuelos nacionales. Estas obras comenzarán próximamente y en un par de años permitirán mejorar notablemente la experiencia de los pasajeros que vuelan dentro del país”, asegura François-Regis Le Miere, Gerente General de Nuevo Pudahuel.
Hoy Nuevo Pudahuel está enfocado en la reactivación del tráfico aéreo tras el devastador efecto generado por la pandemia y las medidas de restricción de viajes asociadas al resguardo sanitario. Para fines de 2022, se proyectan que más de 18 millones de pasajeros transitarán por el Aeropuerto de Santiago, un 25% menos que en 2019. “Queremos seguir creciendo, atraer nuevas aerolíneas y abrir más rutas, pero cuidando al medio ambiente”, asegura Le Miere.
En ese sentido, la concesionaria se ha puesto la meta de convertir al Aeropuerto de Santiago en un recinto carbono neutral antes del 2050. Para cumplir este ambicioso objetivo se están tomando varias acciones. Entre ellas, en el techo del Terminal Nacional (T1) se instaló una planta solar con más de 2.400 paneles fotovoltaicos que hoy producen la energía suficiente para 45 mil hogares o el 4% de la energía que consume el Aeropuerto. Este proyecto contempla otras etapa para multiplicar por ocho la cantidad de paneles instalados.
Este tipo de energías será clave para la generación de nuevos combustibles limpios. Para ello, Nuevo Pudahuel firmó un acuerdo en junio de 2022 con las empresas Air Liquide, Colbún y Copec para convertir al Aeropuerto de Santiago en el primero de la región en operar con hidrógeno verde.
El Gerente General de Nuevo Pudahuel, François Le Miere, explica que el plan es construir una planta de hidrógeno verde que replica experiencias ya implementadas en otros aeropuertos de VINCI Airports y Groupe ADP, los principales accionistas de la concesionaria.
“Para alcanzar nuestras metas de carbono neutralidad y lograr un impacto que sea verdaderamente positivo en el planeta, debemos pensar en grande y generar un punto de quiebre, que permita acelerar los procesos de cambio. Gracias al expertise de nuestros accionistas, que ya están operando proyectos similares en países como Francia o Corea del Sur, creemos que esto va a ser posible acá en Chile. Con una planta de hidrógeno, apostamos a transformar la matriz con la que operan los vehículos terrestres de soporte aeroportuario, como buses o tractores de aviones. Actualmente se desarrollan los estudios de factibilidad, con el objetivo de iniciar la construcción del proyecto el próximo año y lograr operar en 2025. De esa forma, a medida que vaya avanzado la tecnología, el objetivo es tener todo preparado para poder recibir en 2035 los primeros aviones que operarán con hidrógeno, según la planificación de fabricantes como Airbus”, añade Le Miere.