José Muñoz Figueroa, Jefe de Departamento de Metodologías, Ministerio de Desarrollo Social, Socio SOCHITRAN
En Chile diariamente fallecen -en promedio- cinco personas en siniestros de tránsito, según CONASET; a nivel mundial, cada año fallecen aproximadamente 1,3 millones de personas, y entre 20 y 50 millones sufren traumatismos no mortales, que en la mayoría de los casos provocan una situación de discapacidad. Los traumatismos debidos a siniestros de tránsito son la principal causa de mortalidad entre niños y jóvenes de 5 a 29 años, según la OMS.
¿Qué se puede hacer para prevenir esta situación? A nivel general, se requiere adoptar medidas para abordar la seguridad vial de forma integral, convocando la participación multisectorial, ya que no es un tema exclusivo de transporte; por ejemplo, se necesita educar de mejor manera sobre los impactos negativos de los siniestros viales desde edades tempranas, una mejor y mayor fiscalización por parte de las policías a los comportamientos y actitudes riesgosas, así como intervenciones en infraestructura, de manera que esta sea más segura, incorporando elementos y dispositivos de seguridad vial que vayan en la dirección de prevenir los siniestros viales y reducir su gravedad, siendo el proyecto CATI un buen ejemplo de lo anterior.
Ahora bien, parte de los desafíos en la evaluación social de proyectos de transporte es el de incorporar de buena manera la cuantificación y valoración de la reducción de los siniestros viales, producto de la implementación de medidas de seguridad vial. Para avanzar en lo anterior, se debe trabajar sobre dos frentes: el desarrollo de metodologías que permitan estimar la reducción (o aumento) en el número y/o gravedad de los siniestros viales producto de la implementación de un determinado proyecto, así como tener valorizaciones monetarias sociales actualizadas de los distintos impactos de los siniestros viales, tanto a nivel de invalidez como de muerte prematura; a este último valor se le denomina en la literatura Valor de la Vida Estadística (VVE).
Para el cálculo del VVE existen principalmente dos enfoques: Capital Humano, que se basa en la pérdida de productividad futura atribuible al fallecimiento prematuro, y Reducción de Riesgo de Muerte, que mide la disposición a pagar por parte de la sociedad por una reducción en la probabilidad de perder la vida en forma prematura; si bien existen otros métodos, como el análisis basado en el mercado de seguros, a nivel internacional el enfoque de disposición a pago es el más utilizado, principalmente por su coherencia con la teoría microeconómica que lo sustenta. Además, una de las principales críticas al enfoque de Capital Humano es que, al considerar solo el valor presente de los flujos de productividad perdida por una muerte prematura, asigna valoraciones muy bajas a personas próximas a salir de la fuerza laboral, así como a personas que no trabajan, lo cual desde un punto de vista social no es deseable.
Al respecto, el VVE vigente para la evaluación social de proyectos de transporte provino de un estudio desarrollado en el año 2014 bajo el enfoque de Reducción de Riesgo de Muerte, por lo que resulta necesario actualizarlo, considerando los cambios que desde entonces han acontecido en la composición y volumen del parque vehicular, en el estándar de seguridad de las vías (tanto urbanas como interurbanas), de las aptitudes y el comportamiento de los conductores, y sobre todo en las disposiciones a pago por reducción en la probabilidad de muerte prematura de la población en general. Además de lo anterior, resulta necesario avanzar en la incorporación de los costos sociales asociados a las lesiones producidas por los siniestros viales que no tienen resultado de muerte, ya que en muchos de esos casos se genera una situación de discapacidad que puede ser permanente, con una importante presión económica y detrimento en la calidad de vida del individuo y de su familia.
Una vez que se tenga una modelización predictiva de los siniestros viales, así como un set de valorizaciones sociales de las consecuencias físicas de dichos siniestros, tanto a nivel de muerte como de lesiones (graves, menos graves y leves), será posible recoger en la evaluación social los beneficios (o costos) asociados a proveer elementos de seguridad en las vías. Por ejemplo, el proyecto CATI requiere de dichas definiciones con premura, de manera de ser capaz de realizar un análisis predictivo de los siniestros, y no sólo reactivo -en base a las estadísticas históricas- de manera de contribuir a reducir la cantidad y gravedad de los siniestros viales, y con ello salvar vidas.