Por Cristóbal Pineda A.
Un interesante seminario para el fomento del uso de las bicicletas en el contexto urbano fue el que organizó la SOCHITRAN el pasado 15 de abril. En él se presentaron dos experiencias internacionales que entregaron luces sobre como el desarrollo de una red ciclovías puede gatillar un cambio en el comportamiento de los ciclistas actuales y potenciales, pero también, cuál es el rol de la institucionalidad y la sociedad civil para lograrlo.
Rompiendo el círculo vicioso
“El problema parte en mirar las bicicletas como un elemento de ocio y no como un vehículo para viajes cotidianos”. La frase es de Rodrigo Díaz González, arquitecto y Subsecretario de Planeación de la Secretaría de Movilidad de Ciudad de México. Según Díaz, ha costado enorme trabajo romper el circulo vicioso de la bicicleta en Latinoamérica, el cual reza que “sin demanda, no hay oferta”. Eso ha llevado a bajas participaciones modales de los ciclos en la región, tal como en la capital mexicana, donde solo alcanza un 1,4% de los viajes. Sin embargo, Díaz está convencido de que aún estamos al debe en el conocimiento más profundo de la demanda. “Pocas veces se le consulta la opinión al ciclista potencial, que puede representar un 50% o 60% de los usuarios, pero que no utiliza regularmente la bicicleta. Sin embargo, con buena infraestructura, podría animarse. Ese es el desafío de la política pública”.
Díaz señala que en Ciudad de México, las autoridades de movilidad han diseñado soluciones de infraestructura que involucran una redistribución de espacios, modos y recursos hacia el transporte sostenible, como son los ciclos. “Para bajar el miedo, tenemos que dedicar infraestructura para ciclistas, donde ellos se sientan seguros. Eso es clave”. Por otro lado, también han aplicado la máxima de “una ciudad, un sistema” en todo orden de cosas. Y la bicicleta no ha sido la excepción, siempre recordando que los ciclos son parte de una solución integrada del sistema global de movilidad. “La bicicleta es parte del sistema de transporte público, en una política integral de movilidad urbana. Así, hemos generado cicleteros masivos y gratuitos, a un costado de estaciones de metro”. Dicho de otra manera, para Díaz la bicicleta no constituye una bala de plata.
¿Cómo exportar estas experiencias a otros contextos en Latinoamérica? Díaz señala que es altamente importante considerar las características del territorio. Pero por sobre todo, tener disposición a la flexibilidad. “Probar, evaluar, abrir espacios a la negociación (…) Hay que ser flexibles con los manuales. Soy enemigo de aplicarlos a rajatabla. Creo que es mejor adaptar las soluciones a las condiciones propias de cada lugar”, sentencia.
Institucionalidad y activismo
Si de algo saben en Dinamarca, es justamente de bicicletas. Hendrik Lundorff es miembro del directorio de la Federación Danesa de Ciclistas (Cyklistforbundet), pero el destino quiso que viniera a nuestro continente para traspasar ese conocimiento. Específicamente, vivió durante algunos años en Buenos Aires, donde fundó Viking Bike Adademy, emprendimiento que promueve el uso de la bicicleta y difunde los beneficios de moverse en dos ruedas. Además, trabajó en el gobierno local de la ciudad bonaerense, siempre ligado a los temas cicleteros.
Según Lundorff, Dinamarca no siempre fue un país de ciclistas urbanos. “Hasta la década de los 70, los siniestros viales iban en alza. Es cuando aparecen las manifestaciones de ciclistas por mayor seguridad”. De esta forma, la bicicleta encuentra un espacio institucional en la gobernanza urbana del país escandinavo. ¿Estará ocurriendo este mismo fenómeno en Latinoamérica? Lundorff no se atreve a asegurarlo, pero sí esboza algunas diferencias institucionales claves entre Dinamarca y Argentina, y que por similitudes idiosincráticas, pueden ser extensibles al resto del continente: “En Dinamarca, la toma de decisiones está fundamentada en cargos de elección popular, elegidos democráticamente, y por lo tanto, responden a sus electores. Es una toma de decisión más plural y abierta. Los tomadores de decisión responden menos a lealtades partidistas, como es en Argentina”.
Finalmente, Lundorff indica diferencias en la manera de hacer activismo. “La sociedad civil en Dinamarca es más participativa y propone soluciones. En Argentina es más reactiva, basada en relevar los problemas o en la queja”. Pero según el danés, este elemento no necesariamente es dañino para que los ciclistas logren abrirse un espacio institucional. “Eso es justamente una parte importante del activismo, relevar los problemas. Yo los entiendo, porque la queja nace a partir de un ciclista muerto”.
Cicloinclusión y justicia social
Lake Sagaris, académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, fue la encargada de comentar los contenidos del plenario. Según Sagaris, si el concepto de cicloinclusión se enlaza solamente con el desarrollo de ciclovías, podríamos perder valioso tiempo. “La infraestructura tiene una potencialidad de convertir viajes, pero requiere redes densas locales y bien conectadas con el resto de la ciudad para lograr inclusión. Sin embargo, la cicloinclusión también pasa por incorporar, por ejemplo, un enfoque de género al modo bicicleta, pensando en los viajes frecuentes y cotidianos”. Por otro lado, también propone utilizar criterios de justicia social para medir las metas en el ámbito de movilidad: “las desigualdades de acceso no se van a resolver solo con buses, necesitan un modo intermedio como es la bicicleta”.
Por último, la académica hace hincapié en que el rol de los movimientos sociales es imprescindible para generar cambios, y que incluso en otros países, los activistas más preparados terminan siendo acogidos por las instituciones tomadoras de decisiones, o las uniones ciclistas son vistas como “grupos de testeo” ante nuevas iniciativas, proceso que en Chile aún no se ha desarrollado. Además, es crítica con la institucionalidad local, la que define como un arreglo rígido y altamente centralizado. “El debate constitucional que se nos viene es muy importante (…) Las decisiones deberían tomarse a nivel local o regional, y no estar pidiendo permiso a un organismo nacional”, finaliza.