EDITORIAL
El 18º Congreso Chileno de Ingeniería de Transporte terminó y al parecer de muchos, entre los que me incluyo obviamente, resultó todo un éxito. En la columna de este mes, dedicada a este tema, Ángelo nos cuenta de los detalles del evento, que muestran en parte lo logrado. Los invito a leerla para acordarse si estuvo allí o para hacerse una idea, si prefirió no ir.
En esta corta editorial quiero dejar una reflexión sobre otro aspecto relativo al congreso. Tomando las palabras de Ángelo, creo que efectivamente es la fiesta de la ingeniería de transporte: ya desde el día previo se empezó a sentir esa alegría de encontrarse con viejos amigos de distintos momentos de la vida profesional y, una vez comenzado el congreso, el sentimiento fue mucho más evidente.