El Transantiago al que aspiramos, en conjunto con Juan Carlos Munoz, Antonio Gschwender y Pablo Beltran, Ago 2015
Tras algo más de un año de trabajo uno grupo de especialistas, en el que participaron tres socios de SOCHITRAN, entregó a la comunidad el documento “El Transantiago al que aspiramos”. Según sus autores, el documento pretende entregar enfoques de análisis y sugerencias concretas para ilustrar la toma de decisiones respecto del diseño de Transantiago en los próximos años. Esto es especialmente relevante pues los contratos vigentes con operadores están próximos a caducar y es necesario plantear unas nuevas reglas del juego que reflejen lo aprendido en estos años y que permitan mirar con mayor optimismo esta nueva etapa para el sistema. Como en toda política pública, la capacidad de la autoridad de incorporar los elementos mencionados en este documento dependerá en muchos casos de los recursos que se encuentren disponibles para la evolución del sistema de transporte público de Santiago. Así, el documento pretende que se le considere como una herramienta de orientación en algunos aspectos del sistema, y no como una lista cabal de tareas que son imprescindibles de implementar en la licitación que viene.
En el documento se usa el término “transporte público” en referencia a los modos masivos de transporte público, es decir, buses, Metro y trenes de cercanía, sin incluir a los taxis (a pesar que en algunas partes se plantea el rol que podrían cumplir taxis colectivos si se les integrara al sistema). Por otra parte, el acento propositivo de este documento se encuentra más en el subsistema de buses que en el de Metro. Metro, al ser un sistema cerrado resulta menos complejo de operar satisfactoriamente para ofrecer un cierto nivel de servicio. Además, hay un gran número de redes de Metro en el mundo ofreciendo un gran nivel de servicio y productividad con los cuales compararse. Finalmente, es claro que en Transantiago, a pesar de presentar problemas de hacinamiento en ciertos períodos y tramos, el subsistema Metro de Transantiago opera significativamente mejor que el subsistema de buses. Así, el subsistema de los buses está mucho más necesitado de mejoras sustantivas, y es más difícil encontrar ejemplos en los cuales inspirar la transformación requerida.
Por otra parte, los autores plantean relevante mencionar que son ingenieros de transporte y que por lo tanto el documento tiene el sesgo propio de una mirada disciplinar. En el documento se ha procurado realizar un análisis que trasciende a lo propio de la ingeniería de transporte tocando temas urbanos, de política y sociales. Sin embargo, para que los sistemas de transporte público evolucionen adecuadamente respecto de las expectativas de la sociedad es necesario nutrirlos de múltiples miradas desde disciplinas diferentes. En concreto, recomiendan que las acciones que se desprenden de los análisis descritos sean analizadas por un grupo interdisciplinario que incluya: i) representantes de la comunidad en general y de los usuarios y conductores en particular; ii) especialistas en derecho, economía, geografía, arquitectura, planificación urbana, sociología, gobierno y marketing, entre otros.
Los cambios sugeridos para Transantiago fueron estructurados en ocho capítulos. De un modo sucinto se visitan y discuten distintas dimensiones, procurando tocar desde lo más estratégico hasta lo táctico y operacional, y entregando un breve resumen del grupo de tareas concretas que se derivan del análisis realizado en cada capítulo. Se comienza con la institucionalidad del sistema, aspectos contractuales, y la planificación de servicios. A continuación se discute la estructura tarifaria, financiamiento y la infraestructura necesaria para un sistema de transporte público. Finalmente se abordan las características del material rodante, la información a usuarios y las posibles expansiones al sistema. El fin último es ofrecer un conjunto de propuestas para el equipo que deba diseñar el Transantiago que viene. Estas podrían ser de especial interés para quienes estén a cargo de la licitación de servicios una vez que gran parte de los contratos actuales expiren a partir del 2018.