EDITORIAL
Dentro de la polémica generada por los impactos derivados de la puesta en marcha de grandes intervenciones urbanas, ha surgido con fuerza la idea de internalizar los costos que éstas generarían. Esto permitiría a los inversores un proceso racional de toma de decisiones, minimizando los impactos sobre el sistema. Si bien esto parece plausible, surgen dudas respecto a la dimensión espacial del análisis, el horizonte temporal de la evaluación, y qué impactos estamos considerando en el objetivo. Más aún ¿es el objetivo Minimizar el Impacto una buena aproximación de la visión que tenemos de (y queremos para) nuestras ciudades y nuestro país?
Alejandro Tudela
Editor