por Paola Tapia Salas. Directora de Transporte Público Metropolitana. Primera Mujer Ministra de Transportes y Telecomunicaciones. Fundadora de mujeres en movimiento.
En su último informe anual sobre la brecha de género, el Foro Económico Mundial alertó que, si los países seguimos avanzando al ritmo actual, tardaríamos 131 años en alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. Es decir, la brecha global se cerraría el año 2154. En la tarea de acelerar este proceso, el transporte y planificación de las ciudades son un pilar esencial.
Tres de las principales brechas de género en el mundo del transporte se encuentran en los ámbitos de seguridad, movilidad del cuidado y masculinización del sistema. Para identificar los nudos y sus respectivas soluciones, requerimos coordinación entre gobiernos, empresas, academia y sociedad civil. Todos somos parte del desafío y nos beneficiaremos del trabajo colaborativo.
Respecto al primer nudo, nos encontramos con que las mujeres se sienten notablemente más inseguras que los hombres al usar el transporte público. Nueve de cada diez usuarias reportan haber sufrido acoso en el transporte en algún punto de sus vidas (Estudio “Ella viaja segura”, CAF 2019), lo que puede incluir desde miradas lascivas hasta “tocaciones”. Además, un 63% no se siente segura en el paradero de bus. El resultado es grave: ante la falta de seguridad las mujeres cambian sus patrones de movilidad. Tres de cada cinco declaran que dejan de usar el transporte público tras vivir estas experiencias, optando por modos más caros, otros horarios, o un desvío de sus trayectos originales.
Un segundo desafío es la movilidad del cuidado. Hace un siglo, cuando comenzaron a desarrollarse los sistemas de transporte masivos en ciudades, no contábamos con datos que nos permitieran visibilizar los distintos tipos de movilidad que existen. En consecuencia, los recorridos de transporte público se diseñaron considerando un usuario universal que realiza trayectos bidireccionales del centro a la periferia, es decir, del trabajo a la casa. Sin embargo, cualquier planificador de transporte hoy sabe que los diversos usuarios y usuarias del sistema realizan viajes heterogéneos.
Un gran subtipo dentro de las movilidades es el de quienes realizan labores domésticas y de cuidado no remunerado. Para dejar a los niños al colegio, hacer las compras del hogar, llevar a adultos mayores al centro de salud, entre otras tareas de este tipo, se requiere hacer varios viajes cortos en un mismo día, en vez de dos largos. Los viajes asociados a la economía del cuidado suelen ser en red, y fuera del horario punta.
En Chile, un 52% de los viajes en transporte público son realizados por mujeres. Hasta ahí los datos no nos muestran gran diferencia por género. Pero al profundizar en la razón del viaje nos encontramos con particularidades relevantes. Un 65,5% de los viajes realizados por mujeres se asocian a labores de cuidado. En contraste, un 62,8% de los trayectos realizados por hombres son para ir al trabajo. Esto refleja la necesidad de planificar un sistema de acuerdo con la heterogeneidad de necesidades.
El tercer desafío es la desmasculinización del transporte. En Chile, el rubro cuenta con sólo un 18,4% de mujeres (Zoom de Género Enero 2024, ChileMujeres y UDP). Esta brecha se da en todos los estamentos, con una falta de mujeres en cargos profesionales y técnicos, así como a nivel directivo. Requerimos formar nueva fuerza laboral femenina, y también asegurar su permanencia.
Desde el Directorio de Transporte Público Metropolitano hemos llevado a cabo iniciativas para disminuir estas desigualdades. Respecto a seguridad, realizamos una campaña de concientización contra el acoso llamada Familia Miranda, además de capacitar a nuestros conductores para actuar en estas situaciones. También hemos apoyado campañas de otras instituciones, como la realizada por el Gobierno Regional en la misma línea.
Respecto a la movilidad del cuidado, tenemos importantes avances en materia operacional y de planificación. Desde marzo 2022 a la fecha, hemos implementado 37 extensiones y nuevos servicios, que han permitido aumentar en 51.000 las personas que tienen acceso en una sola etapa a centros de salud primaria, alcanzando el 92% del Gran Santiago. También implementamos mejoras tecnológicas, como la app RED, que hoy tiene 2,6 millones de usuarios enrolados. Gracias a esto pudimos lanzar el Dale QR, beneficio que otorga viajes gratis tras alcanzar el monto máximo mensual de 47 validaciones y que 18.505 personas alcanzaron este enero.
Por último, para avanzar en la desmasculinización del sistema, se creó el Programa Mujeres Conductoras junto a municipios y empresas operadoras. Gracias a este esfuerzo, entre 2021 y 2023 se registró un aumento de 62% de mujeres en personal de conducción. Las egresadas del programa son mejor evaluadas por los usuarios y sus empleadores, y un 41,6% de ellas son la proveedora principal de su hogar. Es decir, el efecto es virtuoso a todo nivel.
Estos avances nos demuestran que es posible generar logros que trasciendan a la administración de turno y sean de alto consenso entre todos los actores involucrados. Aún hay mucho por hacer e idear, y como gobierno estamos abiertos a generar más espacios de comunicación y trabajo que nos permitan reducir las brechas de género. Esto beneficiará a las mujeres y a la sociedad en general, en tanto nos permite crear ciudades más seguras, eficientes y justas.