¿Son Públicas?
Sí, son públicas. Pero el público que accede a ellas, de manera presencial o por medios telemáticos, es escaso. Sus efectos difusivos no son entonces importantes en un sentido transversal. Se puede deducir de esto que sus efectos políticos tampoco lo son; excepto por la componente reivindicatoria de las presentaciones, que surten efectos positivos entre quienes las presencian, principalmente funcionarios a quienes esta reivindicación reafirma y estimula, y ello sólo si este efecto puede considerarse político.
¿Son participativas?
Sí, se puede participar a través de los COSOC de la SUBTRANS, SUBTEL o DGAC, o usando otras vías distintas a las que contempla la Ley 20.500 “Sobre Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública”. La participación prevista en la ley y textualizada en los decretos ministeriales que normalizan en ellos los COSOC, no compromete a las autoridades. Tiene carácter de consultiva, y en los decretos normalizadores esta calidad es objeto de especial cuidado.
Esta condición de no-vinculante no niega aliento al espíritu de esta legislación, ni ha impedido mostrarla viva y acorde con los latidos morales del mundo democrático. Además, es un status necesario. Que las decisiones de los órganos como los COSOC obliguen a un gobierno significaría un poder deseable si se mira en dirección de la utopía, pero casi inerte cuando se ejerce en una realidad donde representatividad insuficiente e impulsos dispersos harían de tal ejercicio algo dañino en el presuroso y friccionado curso de las Administraciones.
En la médula de lo posible la legislación permite la aparición de los COSOC, que encarnan la idea de participación ciudadana (carne cachorra) y que en el caso del MTT, tienen potentes facultades. De hecho, facultades rara vez ejercidas por el COSOC de la SUBTRANS y quizás nunca por otros COSOC.
Una modernización del sistema de participación ciudadana, que ampliara la representación de los intereses del sector transporte y aplicara métodos y tecnologías más eficaces para su planificación y el desarrollo de su actividad política, requiere recursos que no están disponibles. Porque éstos son requeridos o exigidos por las obligaciones y urgencias presentes, y porque la magnitud de la tarea Modernización del Estado -de ordenarlo, dicho en simple y para empezar- desalienta a cualquiera, sobre todo a los administradores del erario fiscal.
Nuestra capacidad de administrar el aparato objeto público se ha mantenido insuficiente por decenios o siglos, si se acepta como objetivo público el mejoramiento de la sociedad a una velocidad compatible con sus expectativas. No hemos podido cultivar la experiencia requerida para mejorar un futuro brumoso con esa velocidad. No parecen existir voluntades, inteligencias o reacciones suficientes para cambiar el pausado ritmo de los mejoramientos infinitesimales.
Pero bueno, volvamos a la participación de las organizaciones del COSOC de la SUBTRANS, SOCHITRAN incluida, en la Cuenta Pública del MTT.
Los COSOC tienen un tiempo acotado, previo a su presentación, para opinar con respecto a las Cuentas. Las opiniones que surgen en ese plazo son pocas y por lo general relativas a la ausencia de contenidos específicos o a la relevancia que se les ha dado a otros.
Las Cuentas del MTT han sido sometidas a la consideración de sus Consejos (SUBTRANS, SUBTEL y DGAC), con antelación y coordinación crecientes, desde hace más de diez años en el caso de la SUBTRANS. Esta participación ha tenido altibajos. Los resultados -es decir la expresión de opiniones y juicios de los Consejeros con respecto a estas Cuentas- se han mantenido en el nivel de los detalles, salvo en un aspecto esencial: que ellas no permiten evaluar lo ejecutado en el año de la Cuenta; sólo permiten enterarse fotográficamente de algunas cantidades de obras y acciones y de los méritos que ambas exhiben.
La cuantía de esos logros y la realidad de los méritos, las comparaciones entre expectativas y realidades, la medida relativa de los avances, las metas futuras, son datos necesarios para una evaluación en regla, y las cuentas ministeriales por lo general no los proveen.
La Administración del Estado -diríase en general también- no logra traspasar la información relativa a su quehacer de una manera que, sin sacrificar un buen alcance comunicacional, muestre avances hacia la modernización de su gestión. Si la Cuenta surgiera natural y directamente del manejo y seguimiento del presupuesto ministerial, mejoraría la calidad de los informes y los procedimientos involucrados en esa gestión.
Consecuentemente, este COSOC ha definido, como uno de sus varios objetivos, lo siguiente:
“Conseguir que el MTT respalde las cuentas anuales con información general relativa al avance en la ejecución de las partidas presupuestarias del ministerio. Esto, que no impide que sus cuentas públicas exhiban avances de la manera que hoy lo hacen, permitiría a la ciudadanía interesada juzgar objetivamente la calidad de la administración.”
Se reconoce la necesidad y conveniencia políticas -diríase la obligación- de transmitir este tipo de mensajes de la forma en que se ha hecho siempre. Sería candoroso pretender que las Cuentas Públicas sean presentadas mediante cartas Gantt, con indicadores asociados a los rendimientos y resultados de los proyectos que presupuesta y lleva adelante el ministerio. Pero sí se puede imaginar que el aparato público avance en tal dirección, como parte del proceso de modernización del Estado.
A título personal, puedo agregar otra percepción, tan a contrapelo como la anterior, en relación con la falta de reconocimiento que se hace en estas Cuentas a la labor de las administraciones precedentes, a todas las administraciones precedentes. Se anotan logros que muchas veces son avances en el desarrollo de planes y proyectos con una larga historia, originados en gobiernos anteriores de distinto signo, sin reconocimiento del hecho. Queda la sensación de oportunidad perdida, la ocasión para aliviar la polarización política nacional mediante discursos donde se destaque que el camino que sigue el país hacia un futuro mejor es trazado y construido entre todos, a pesar de oposiciones donde la mezquindad es moneda viciosamente circulante.