por Ariel López, socio Sochitran, Dr(c) en Territorio, Espacio y Sociedad de U. de Chile. Miembro del Instituto Ferroviario y consejero del Consejo Nacional de Desarrollo Territorial. Se ha especializado en China en sistemas de información y CBTC (Control de Trenes Basado en Comunicaciones) e Infraestructuras ferroviarias de alta velocidad.
A lo largo de sus 140 años EFE ha pasado de ser una empresa con una vasta red ferroviaria a una operadora con operaciones mínimas debido al desmantelamiento progresivo y la falta de inversión durante las últimas décadas. Esta reducción en la operatividad llevó a una cultura organizacional donde la falta de rigurosidad en la aplicación de los procedimientos de control de tráfico centralizado (CTC) se convirtió en la norma. Con un número reducido de servicios, esta cultura no parecía representar un riesgo significativo a la seguridad. Sin embargo, con el reciente incremento en las operaciones ferroviarias, la misma cultura se ha vuelto extremadamente peligrosa.
Uno de los problemas más graves que se ha evidenciado es la falta de un sistema de comunicación eficiente. Es inaceptable que el sistema ferroviario no tenga radios funcionales y que, cuando las tiene, no se utilicen adecuadamente, siendo reemplazadas por llamadas telefónicas. Si bien ambos medios son alternativas del procedimiento, la notable diferencia es que en los sistemas de transporte ferroviario y aeronáutico utilizan sistemas de comunicación por radio abierta porque permiten que todos los operadores escuchen y comprendan el entorno operativo. Esta comunicación abierta es crucial para la seguridad, ya que permite a los maquinistas entender mentalmente dónde y qué están haciendo los otros vehículos y tener una conciencia situacional del entorno. En el caso del accidente, si la comunicación del controlador de tráfico hubiera sido por radio y no por teléfono, los maquinistas del tren de carga habrían notado con anticipación el error en las órdenes dadas al automotor de EFE. Lamentablemente esto no parece ser comprendido ni siquiera por las gerencias de EFE que han defendido el uso de la telefonía celular.
Además, el sistema de radios y señalización están frecuentemente en falla, y los incidentes donde dos trenes se encuentran de frente son más frecuentes de lo esperado. Lamentablemente, uno de estos incidentes terminó en una colisión frontal, pero decenas de otros incidentes similares suceden cada año. Este accidente no es una falla puntual que recae únicamente en el controlador de tráfico y el maquinista. Si no se toman medidas estructurales para elevar los estándares de operación, calidad y seguridad, esto se volverá a repetir. No basta con comprar trenes nuevos de alta velocidad si el sistema de señalización y comunicación están frecuentemente degradados.
La laxitud en los procesos de operación también se manifiesta en la puntualidad y fiabilidad del servicio. Los itinerarios del tren deben cumplirse. En la actualidad, tenemos un sistema que llega con notables retrasos a sus destinos y que, muchas veces, cancela los viajes. Esta laxitud operativa convierte al tren en una alternativa con baja certidumbre respecto a sus competencias (bus y avión). Sumado a la laxitud de la seguridad y a un deficiente servicio a bordo (cafetería y restaurante), el tren se vuelve una alternativa poco atractiva.
Es fundamental que el sistema ferroviario chileno corrija estas deficiencias para que pueda convertirse en una alternativa confiable, segura y de calidad. Para lograrlo, se deben tomar medidas: realizar una auditoría completa de los sistemas de control y gestión de tráfico ferroviario, involucrando a expertos externos para asegurar una evaluación imparcial y exhaustiva; implementar programas de capacitación continua que aborden la gestión del error y la prevención de accidentes, inspirándose en las mejores prácticas de la industria; establecer un sistema anónimo de reporte de incidentes y accidentes con un enfoque en la mejora continua y la corrección de fallas sistémicas; demostrar un compromiso visible y constante con la seguridad por parte de la alta gerencia, priorizando la implementación de medidas correctivas sobre la gestión de la percepción pública; e implementar un sistema de comunicación por radio abierta y asegurar su uso adecuado, indispensable para que todos los involucrados o incumbentes estén al tanto de las operaciones y movilizaciones en curso y puedan reaccionar de manera adecuada ante posibles errores. Además, se deben reponer, implementar o mejorar los sistemas de comunicaciones y señalización y complementar con sistema ATP los tramos en los cuales funciona CTC con tráfico de pasajeros.
Para aumentar la cobertura ferroviaria se ha comprado material rodante pero se ha dejado de lado las mejoras en la infraestructura y sistema de señalización y comunicaciones. Comprar trenes de alta velocidad en este contexto, donde muchos de los puentes han superado su vida útil, los cruces ferroviarios están a nivel, la vía no está suficientemente segregada, el sistema de señalización, electrificación y comunicaciones están degradados por el permanente robo que existe en las vías, nos lleva a un contexto donde el tren de alta velocidad se destaca, pero como un Ferrari circulando en una calle de tierra.
El accidente ferroviario reciente debe servir como un catalizador para el cambio dentro del sistema ferroviario nacional. El ministerio ni la empresa pueden permitirse una cultura de complacencia y relajo en los protocolos de seguridad. Es imperativo que se adopten medidas decisivas y sostenidas para fortalecer la cultura organizacional, enfocándose en la seguridad proactiva y el compromiso con la integridad operativa y la calidad del servicio. Sólo así podrá EFE restaurar la confianza del público y garantizar la seguridad de sus operaciones en el futuro.
El tren será la solución para la movilidad del futuro, solamente si no mantenemos la cultura del pasado.