Por Andrea Peña
Ciertamente, por cercanía y tiempo pasado junto a él, muchas personas pueden hablar con mayor propiedad sobre Jorge que yo. No obstante, mi relación con él dejó huellas, me marcó, en lo profesional y personal, sintiendo profundamente su partida. Y es por ello que, respetuosamente, comparto con ustedes algunos de mis recuerdos.
A mi regreso a Chile, luego de 20 años en Canadá, mi acercamiento a las prácticas nacionales en planificación y modelación de transporte fue a través de CIS y, en particular, de Jorge. Tuve el privilegio de trabajar con él durante casi 8 años. Cómo olvidar el Plan Director II y las reuniones en el MOP, el estudio de demanda para Metro y los diversos estudios de demanda y tráfico para concesiones viales urbanas e interurbanas (incluyendo entregas personalizadas, un día domingo, a un cliente). Indudablemente, Jorge me transmitió valiosos conocimientos técnicos. Pero, más allá de su generosidad como profesional, rescato su humanidad, valentía y sentido del humor. Todos nuestros encuentros empezaban con un barrido por mi familia, mi salud, mis intereses no ingenieriles. Y él, a su vez, me presentaba a su familia y compartía orgullosamente los logros de sus hijos. A Sebastián y a las “niñitas” los conocí de uniforme. Fui testigo de gestos de cariño entre Jorge y sus hijos. Hoy, transformados en adultos y profesionales, me conmovió verlos despedirse de su padre con entereza, orgullo e inmenso cariño.
Un abrazo afectuoso a Sandra, Sebastián, Bernardita y Paula. Y mis respetos y agradecimientos a Don Jorge Videla Cruz.