Una actividad fundamental para nuestra profesión es recoger buena información de viajes, la que normalmente debe ser obtenida en terreno mediante conteos, encuestas, cronómetros y mucho esfuerzo. Si comparáramos los métodos actuales con los que se empleaban en los albores de la ingeniería de transporte, probablemente veríamos que poco ha cambiado. Todavía se usa bastante personal no calificado, resmas de papel, lápices y poco más, con lo que se espera obtener parámetros confiables para nuestras modelaciones.
Ha habido algunos progresos, no obstante. Ya se emplean vehículos equipados con GPS para medir velocidades, lo que requiere un trabajo posterior en gabinete, pero entrega resultados probablemente más confiables que los cronometrajes del acompañante del conductor. Han surgido algunas propuestas además para recoger la información de terreno mediante handhelds, tablets o notebooks(*), eliminando la engorrosa tarea de digitación de conteos de flujos, encuestas e intervalos de tiempo. Existen equipos de conteo automático, basados en espiras, sensores magnéticos o haces de luz, si bien su uso se limita principalmente a estaciones de medición permanente.
Hay un área que aún permanece poco explorada: la telefonía celular, con más de 22 millones de aparatos móviles en Chile, podría ser una poderosa fuente de información. Imaginemos -dejando de lado consideraciones sobre la privacidad de los usuarios- que somos capaces de triangular la posición de todos esos celulares durante un día completo. Tendríamos una fotografía de la movilidad de los chilenos, con todos los viajes urbanos e interurbanos que realizan a lo largo del día, la extensión de esos viajes, las velocidades medias de desplazamiento, los horarios y sectores de mayor movimiento. El potencial de esta herramienta es muy importante y, dados los niveles de penetración de la telefonía móvil, con reducido sesgo socioeconómico.
Ya existen algunas aplicaciones para celulares vinculadas al transporte. Nuestro largamente vilipendiado sistema de transporte santiaguino, Transantiago, cuenta con la capacidad de localizar sus buses e informar vía teléfono móvil de su distancia relativa a los paraderos, lo que permite reducir en algo la ansiedad de sus usuarios. Se anunció recientemente la posibilidad de realizar el pago del pasaje, y otros servicios probablemente, a través del celular. Son avances interesantes y muestran un camino a recorrer.
Podemos ver también que los teléfonos móviles cada vez tienen mayores capacidades, como geolocalización y conexión a Internet en los llamados smartphones, opción que abre interesantes posibilidades para nuestras necesidades de información de terreno. Un diario de viajes para una familia podría limitarse a distribuir smartphones a hogares seleccionados para que mantengan su rutina habitual, y luego procesar todos sus movimientos, teniendo alta confiabilidad y precisión en determinar aspectos cruciales para nuestros modelos: cuánto caminó, cuánto tiempo esperó, cuánto demoró su viaje. Incluso sería posible determinar, a partir de heurísticas, él o los modos de transporte involucrados en el viaje. Restaría determinar el propósito del viaje y su costo, pero los métodos de obtención de esta información serían similares a los actuales. Por supuesto, hay dificultades prácticas que resolver para implementar esta idea, como lograr la participación voluntaria o evitar las mermas de equipos, pero es un método posible.
Con todo, existe una necesidad imperiosa de avanzar en métodos más confiables para obtener información de terreno y la tecnología nos entrega velozmente nuevas herramientas y costos decrecientes. Dependerá de nuestro ingenio y creatividad encontrar las mejores formas de emplear la tecnología y validar su uso en la práctica.
(*)Disculpas por los anglicismos, pero en tecnología hay algunos elementos que no tienen una traducción adecuada al español: ordenadores de bolsillo, tabletas, computadoras portátiles, teléfonos inteligentes.