Me acabo de enterar con gran alegría que el Gobierno de Chile tiene intenciones de transformar la licencia de conducir en un instrumento serio. En la actualidad el 98% de quienes postulan obtienen este documento al primer intento. Ello contrasta con la situación en algunos países civilizados, en que dicha obtención no es un proceso fácil y es corriente que un candidato falle dos o más veces el examen práctico. En Chile, este examen es prácticamente un chiste. Muchas veces dije que para resolver los problemas de seguridad de tránsito bastaría con quitarle la licencia a los que no saben conducir, lo cual de paso solucionaría la congestión y la contaminación, pues posiblemente no “sobreviviría” ni la mitad de los conductores actuales.
La idea central parece ser que sea el Ministerio de Transportes el que asuma directamente la toma del examen práctico, incluyendo no sólo las habilidades sino también las actitudes. Ello abre una oportunidad para cambiar el actual paradigma. Se dice que la actual ley de tránsito fue elaborada durante la dictadura entre cuatro paredes por un grupo de jueces de policía local. Ello tuvo como consecuencia que el énfasis de la misma fue puesto en un enfoque policial – judicial, orientado a definir culpas y a castigar a los infractores. De acuerdo a este paradigma, el conductor se relaciona únicamente con la normativa y la señalización, que debe acatar de ser posible ciegamente. Conductas tales como la agresividad y la falta de respeto a los restantes usuarios de la vía no fueron tipificadas ni sancionadas. Incluso el manejo de las campañas de seguridad de tránsito seguía este esquema, con lemas tales como “maneje a la defensiva”, según el cual se recomendaba al conductor estar atento a las agresiones provenientes de los otros usuarios
En mi opinión, un enfoque moderno y civilizado del tema exige cambiar esta situación. La actitud que debe ser incentivada es el respeto a los derechos de los restantes usuarios de la vía. Pero ello no basta. Sería además necesario persuadir a los conductores en el sentido de asumir una actitud activa con relación a la prevención de riesgos. Un posible lema sería “debes conducir en forma tal que los restantes usuarios de la vía, así como tú mismo, no se vean expuestos a daños o riesgos, ya sea por tus acciones o por falta de acción de tu parte”. La normativa y la señalización de tránsito pasarían así a ser más bien una manera de regular los derechos y prioridades de los diversos usuarios. Sin embargo, si este nuevo enfoque, o variantes del mismo, serán o no adoptados por la autoridad, está aún por verse.