Recientemente, las autoridades judiciales chilenas y brasileñas han autorizado -aunque con ciertas reservas- la fusión de las empresas de transporte aéreo LAN y TAM, líderes en sus respectivos países. De concretarse tal acción, estaríamos asistiendo al nacimiento, en el continente sudamericano, de una de las mayores compañías aéreas del mundo.
Sin duda, es reconfortante saber que una empresa nacida en Chile haya alcanzado los niveles de desarrollo y eficiencia que hoy exhibe LAN. Esta ex empresa estatal, que al momento de su privatización -hace 20 años- captaba una escasa participación de mercado y sufría elevadas pérdidas operacionales, hoy transporta más del 70% del tráfico chileno y es capaz de mostrar positivos resultados económicos, mientras muchas empresas del sector -incluyendo las mayores del mundo desarrollado- enfrentan severas turbulencias.
La exitosa trayectoria que ha permitido a LAN llegar al nivel en que hoy se encuentra se inició con una agresiva campaña para captar el mercado chileno, que culminó en 1995 con la adquisición de LADECO, en ese tiempo su única competidora relevante. Posteriormente, se inició la etapa de expansión internacional, formando filiales en Perú, Ecuador y Argentina.
La incorporación de LAN Perú, LAN Ecuador y LAN Argentina, permitieron a LAN captar nuevos mercados, que significaron un importante aporte a su desarrollo. Sin embargo estas tres empresas, en conjunto, no alcanzaban a la mitad del volumen del mercado inicial de LAN. Por el contrario, TAM es una empresa bastante mayor que LAN, por lo que la fusión permitiría a la empresa chilena ingresar a las grandes ligas internacionales.
Si bien, en principio, la integración de LAN con TAM parece consistente con una exitosa trayectoria de expansión de ambas empresas, es conveniente detenerse algunos instantes a analizar cuáles son los beneficios y costos de la operación, y sobre quién o quienes recaen tales beneficios y costos.
En general, la fusión de dos empresas permite a ambas mejorar sus resultados económicos, en la medida que produce un mejor aprovechamiento de sus recursos; parte de este mejoramiento es traspasado a los usuarios, vía reducción de tarifas, quedando el resto en poder de ambas empresas.
Para las dos grandes empresas analizadas, los beneficios de la fusión, por el efecto benéfico de operar a una mayor escala, no debieran ser tan significativos, precisamente porque ya son grandes empresas, y por ello ya pueden utilizar eficientemente sus recursos. Por otra parte, al ser ambas empresas líderes, que enfrentan escasa competencia en sus respectivos mercados, es altamente probable que una parte importante de tales beneficios sean captados por las empresas y no sean traspasados a los usuarios.
En Chile, existen antecedentes sobre los efectos de las fusiones de empresas competidoras. En efecto, cuando LAN Chile adquirió a LADECO (1995), su único competidor de peso en esos tiempos, las autoridades invocaron disposiciones antimonopólicas para proteger a los usuarios, y condicionaron la operación a la mantención del nivel tarifario. Sin embargo, durante los años posteriores a la fusión, la condición monopólica del mercado hizo que el tráfico aéreo nacional se redujese en un tercio del nivel previo a la fusión.
La lección que entrega el episodio descrito es, sin duda, que las medidas que dispone la autoridad para evitar conductas indeseadas por parte de los operadores monopólicos son muy limitadas. De hecho, sin modificar las tarifas, la simple reducción de la oferta permite al operador monopólico elevar el factor de ocupación y mejorar sus resultados económicos, a costa del deterioro del servicio.
En el caso de la fusión LAN – TAM, se debe reconocer que gran parte de los mercados atendidos por ambas empresas, en forma separada, no se verían mayormente afectados, simplemente porque, como se indicara anteriormente, ya son monopolios. Sin embargo, en el mercado actual Chile-Brasil, de gran dinamismo y tamaño, las empresas fusionadas pasarían a tener, inevitablemente, gran influencia en el mercado, lo que podría traducirse en deterioro del servicio, afectando el intercambio entre ambos países.
Imposible no recordar, entonces, los dichos de un gran profesor de economía: “cuando se reúnen los productores, los consumidores tiemblan”. ¿Será tiempo aún para oír tan sabias advertencias?